“Ser donante significa que hemos manifestado nuestro deseo de donar nuestros órganos y tejidos tras fallecer, siempre que se cumplan los requisitos médicos vigentes. Esta voluntad debemos expresarla siempre a nuestros familiares directos, existiendo la posibilidad de acreditarla mediante la tarjeta de donante.” (Tomado de Hazte donante)

El 18 de este mes se cumplieron 4 años después de la cirugía de trasplante de endotelio que recibiera la doctora Patricia Duque Sánchez, en uno de sus ojos y que, gracias a la grandeza de ese donante, de quien se desconoce incluso su sexo, su visión se recuperó y puede disfrutar de los colores de la naturaleza y de todo lo que la vida nos presenta.

Si quienes leen este blog leyeron la entrevista que le hice a la doctora Duque Sánchez, precisamente referida a esa cirugía, se darán cuenta del significado de la misma y del agradecimiento que genera el haber recibido un tejido imprescindible para recuperar su visión.

Pero de lo que quiero hablar es de la posición del donante. Entregar parte de sus órganos para que otros puedan seguir con una vida más saludable es el acto más generoso que se puede hacer a partir del mundo de los seres vivos.

En Colombia, en razón a los protocolos muchos tejidos se echan a perder, por eso muchas veces hay que recurrir a otros países para que el trámite sea más ágil, además que no es un proceso simple, requiere de una buena calidad de tejido, debe ser evaluado debidamente para evitar un posible rechazo posterior. Las circunstancias que rodearon el fallecimiento del donante y su estado de salud también debe ser tenido en cuenta.

Quién o quiénes tomaron la decisión de ser donantes muestran una personalidad supremamente desprendida y de una grandeza que hay que reconocerle sin lugar a dudas, especialmente cuando existe la creencia de que sólo órganos como hígado, páncreas, riñones, son los únicos que se pueden aportar, todo ser humano puede ser un donante de muchísimas partes de su cuerpo, los tejidos son muy importantes, ya que con esta donación, según las estadísticas, un solo donante de tejidos, puede beneficiar a más de 100 personas, mientras los otros órganos solo permiten alrededor de 7 receptores.

Y precisamente, gracias a ese donante desconocido, quien ni siquiera llegó a saber a quién iban a trasplantar su tejido de endotelio, salvó la visión de un ser humano. No hay palabras para expresar la admiración y respeto que genera su actitud y decisión.

Hay que dar las gracias a todas estas personas que tomaron la decisión de ser donantes y todas las vidas que salvaron, mejoraron y devolvieron el gusto por vivir.

Gracias a estos donantes desconocidos.