
Rvdo. Silvio Gil Restrepo
LECTURAS:
Prov.8,22-31; Ps.8; Rom.5,1-5; Jn.16,12-15
«Santísima Trinidad: comunidad de amor»
Todas las Iglesias católico-cristianas conmemoran este domingo la festividad de la Santísima Trinidad, como el remate del calendario post-pascual, esto es, de las celebraciones dominicales después de la conmemora ración de la resurrección de Jesucristo.
– Y qué tremendo remate es tratar de hablar de misterio trinitario.
¿Y eso qué es?
Pues nada menos que tratar de vislumbrar siquiera un poco el sublime misterio del ser del Dios, que es a la vez, uno y trino.
–Y que es enunciado por el mismo Jesús en su evangelio: «el Padre y Yo somos lo mismo».

-Y luego dice que El rogará al Padre para que envíe su santo Espíritu, para que él los ayude –a sus discípulos– a entender muchas cosas que el mismo Jesús –por decirlo así– no alcanzó a anunciar a sus discípulos. Como decir en nuestro lenguaje que el Espíritu santo completará la obra de redención que Jesús había iniciado, sobre todo como en cuanto a entendimiento de la misma. Y por ello la Iglesia invoca siempre en su liturgia o en sus oraciones, la asistencia del santo Espíritu para que con sus dones de sabiduría y entendimiento la guíe siempre en la búsqueda de la verdad y la santidad querida por el mismo Cristo para ella, en el entendimiento de que la Iglesia universal –todos los creyentes en Cristo– conformamos el cuerpo místico de Cristo –su Iglesia– a lo largo de la historia de la humanidad, contando siempre con su divina presencia: «Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos». Y entendamos en este contexto de manera sencilla, que Dios-Padre es el supremo creador de todas las cosas, de todos los seres. Que el Dios-Hijo, es Jesucristo, nuestro Redentor y salvador. Y que el Espíritu santo, es nuestro santificador, o sea quien a lo largo de la historia de la Iglesia se empeña en que como realmente creyentes de Jesucristo, nos esforcemos en vivenciar los valores y la grandeza de nuestra fe Cristiana, guiados siempre por su palabra contenida en los santos evangelios, que según El mismo: «espíritu y vida son». Que así sea. ¡Amén!
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