LECTURAS: Sab.12, 13.16.19; Ps.86; Rom.8,12-25, Mt.13,24-43.

La sagrada liturgia de este domingo nos trae igualmente bellas lecturas bíblicas que deben ayudarnos a seguir madurando en la grandeza de nuestra fe cristiana. Y por ello nos dice en el libro de la Sabiduría que, “Enseñas a tu pueblo que el justo debe ser humano con los otros; y colmas a tu pueblo de esperanza, pues cuando han pecado, les das la oportunidad de arrepentirse». Bello pensamiento que se complementa con el salmo del día: “Tú, Señor, eres bueno y clemente, y rico en misericordia con los que te invocan. Atiende mi oración y escucha mi súplica». Es la oración que siempre hacemos confiados en la misericordia de Dios-Padre.

Y el evangelio de este domingo nos trae la parábola de la buena semilla que crece junto a la mala hierba sembrada por el enemigo cuando todos dormían. Los trabajadores preguntan al patrón si quiere que vayan a cortar la mala hierba, mas él les responde: déjenlos crecer juntos hasta la cosecha. Entonces diré a los segadores que arranquen primero la hierba mala, y que la quemen, y que el trigo sea guardado en los graneros. Y también Jesús les propuso la parábola del grano de mostaza, que aunque tan pequeño, puede crecer hasta dar albergue a los pajaritos del cielo. Jesús explica a los discípulos que la buena semilla es la sembrada por Dios en el corazón de los hombres con la palabra del mismo Jesús, su evangelio.

-Pero que la mala hierba es la sembrada por el mismo demonio en sus seguidores que hacen la maldad.-La cosecha se dará al final de los tiempos, y los segadores son los ángeles, que echarán al horno a los que hacen el mal.-Pero los justos, los buenos sembradores, los que hacen el bien, brillarán como el sol en el reino de Dios su Padre.-Y termina diciendo que ojalá los que tengan oídos, lo oigan, esto es, lo entiendan y lo pongan en la práctica de sus vidas.–Pues digamos que este mensaje de Jesús también es para sus discípulos de todos los tiempos, esto es, para nosotros que como buenas personas y buenos cristianos, debemos colaborar también en la extensión de su reino sembrando las buenas semillas que El mismo Jesús nos dejó en su Evangelio, es decir, misionando cada cual en la medida de sus posibilidades, para que las semillas de la justicia social y de la caridad o del amor universal que Cristo nos dejó en su Palabra o Evangelio, fructifiquen en nosotros mismos, y así podamos llevarlas también a los demás, como semillas de paz, amor y bien. Que así sea. ¡Amén!