Además de recibir constantes llamadas informándome que me han bloqueado mis cuentas y que debo ingresar a determinado enlace para desbloquearlas, son muchas otras las formas que tienen los delincuentes para intentar acabar con tu bolsillo.
Había escuchado de llamadas telefónicas informando situaciones dramáticas en las que involucraban familiares, rogando ayuda económica para resolver el caso. Alguna vez, cuando alguien de mi familia estudiaba en la universidad, recibí una llamada diciéndome que esta persona había sufrido un accidente y me citaban una dirección, además de darme datos sobre el vehículo en que se transportaba, etc. Afortunadamente, desconfiada como soy, esperé a ver si mi familiar me llamaba, con la suerte que regresó a casa sin evento alguno en su salida. Así que en ese momento tal intento falló.
Hace poco recibí una llamada local de alguien llorando de manera angustiosa y diciéndome que se había accidentado. Inicialmente, me asusté, claro que sí, y mi cerebro divagó sobre qué persona podría comunicarse conmigo en un caso así. Así que pregunté e insistí en saber quién llamaba. Con sorpresa escuché decir a esa voz angustiosa. “¡¡¡Tu hija!!!”. Y colgué. Imagino que si entraba a averiguar más, me habrían pedido dinero para ayudarla, en fin, no sé lo que intentaban, pero no me presté a su juego.

Y parece que estoy dulce en estos días para estos intentos. Fui a una cita odontológica y a la salida, mientras esperaba mi transporte, empecé a caminar en el centro comercial. Aclaro que regularmente me espero frente a una venta de chontaduros y un puesto de melcochas, pero como lo he hecho con cierta regularidad, quise cambiar. Me acerqué a un punto de venta de audífonos, por cierto, bastante interesantes, tienen variados modelos para quienes sufren con su audición, cuando se me acerca una mujer, un tanto obesa, cabello negro liso, con mejillas sonrosadas y con una voz compungida me dice. ¿Me puede ayudar? Es que vengo a visitar a mi padre en la clínica y no tengo tapaboca, se me descargó el celular, y no me dejan entrar sin él. Yo vengo de Bogotá. Me sentí un tanto vulnerable, pero salí caminando con dirección a las droguerías del lugar. No sé porqué le dije, por acá los venden. Y como a pesar de mi edad, tengo bastante energía, caminé rápidamente, tan rápidamente que la citada dama, apenas si podía seguirme el paso. En la primera droguería, me acordé que la empleada no es nada eficiente, así que de una volteé hacia otra a la que ya había entrado en otra ocasión y pedí un tapaboca, 500 pesos me dijo la cajera, mientras nos observaba. Le dije, entrégueselo por favor a la señora, así lo hizo y yo me quedé junto a ésta última. La mujer recibió el tapaboca y salió como alma que lleva el diablo. Su actitud fue muy sospechosa y así lo comentamos.
De ahí salí y esta vez, me fui directamente a mi punto de espera usual, frente al vendedor de melcocha.
¿Qué pretendía esta mujer con las razones tan absurdas que me dijo cuando se me acercó? ¿Que abriera mi bolso y le diera dinero? Y así aprovechar y ¿arrebatarme lo que llevaba? ¿qué sacara mi celular y se lo ofreciera? En realidad, no sé, el caso es que por alguna razón me escapé de otra estafa o robo.
Y como pueden ser avisos para tener más cuidado, les paso el dato para que no vayan a caer con tanta delincuencia como existe hoy en día.
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