Imagino que muchas personas esperarían que me refiriera sobre el domingo de ramos, pero precisamente esta semana se me vinieron varios recuerdos sobre cosas que no se debían hacer en esta época.
El hermoso ramo de palma que se exhibe durante el domingo que conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, en muchos hogares se le considera milagroso, por eso en algunos lugares comerciales es colocado en el dintel de la puerta como protección, a esto se le agrega que se le hacen 33 nudos para completar su inmunidad. También ocurre que al finalizar la celebración queman el ramo bendito y guardan la ceniza para alejar las tormentas y rayos.
Respecto al agua, si está bendecida y es rociada sobre personas y cosas, protege contra cualquier espíritu maligno e incluso hay quienes creen que al mezclarla con alimentos calma el mal genio y cura, nada menos, que la neurosis.
Se creía o aún hay personas que lo creen hoy, que el viernes santo es mejor no bañarse, no solo porque el agua es impura, nadar o ingresar a un turco puede ser peligroso corriendo el riesgo de convertirse en sirena o pescado. Esto me parecía increíble a pesar de mis escasos años, e intenté varias veces colocar mis manos en el agua para ver qué cambios sucedían, pero, ni una escama noté.
Como Jesús ya está muerto, no falta quien cree que el mal aumenta en esos días por cuanto no hay quien controle al llamado maligno.
No comer carne en esta época y consumir pescado, es otra costumbre de épocas antiguas, a esto se aúna la abstención de relaciones sexuales considerándolas impuras. En casa, mi hermano decía a mi madre que consumiera los alimentos normales, ya que ellos, mi padre y mi madre, eran personas trabajadoras constantes y necesitaban estar bien alimentados.
Recuerdo que en esta época la música que se escuchaba en casa era la clásica y a bajo volumen, esto si era una muestra de respeto por el dolor que Jesús sufría. También recuerdo que en casa no se hacía la limpieza cotidiana, era los únicos días que en la casa no se escuchaba el ruido de la escoba y los trapos quitando el polvo.
No se promocionaban los paseos y viajes, había recogimiento y sólo había salidas a los templos para acompañar a Jesús en su calvario.
Recuerdo que guardábamos luto a la muerte de Jesús, siendo yo la menor de la casa mi vestido era blanco, y recuerdo la sobriedad en que llegábamos a visitar el cuerpo de Cristo en una urna de cristal.
Miro con nostalgia ese pasado, ya que ahora solo escucho publicidad de los lugares que se deben visitar por esta época mal llamada “vacaciones de semana santa”.
cuantas cosas que hacíamos y creíamos en Semana Santa y que ahora solo son recuerdos