LECTURAS: Sab.11,23-12,2 (o, Ps.32);Ps.144;2 Tes.1,1-12;Lc.19,1-10.

 «Misericordia y perdón».

La sagrada liturgia de este domingo nos trae bellas lecturas que deben ayudarnos a seguir profundizando en el conocimiento y el amor a Jesucristo nuestro Señor y Salvador.

Rvdo. Silvio Gil Restrepo

Y es así que el evangelista san Lucas nos describe que en el paso de Jesús por Jericó cuando iba hacia Jerusalén, no obstante, el tumulto de gentes a su alrededor, dirige su mirada hacia un árbol en el que se encontraba Zaqueo, (de baja estatura), aquel cobrador de impuestos para los romanos (por lo cual era odiado por los judíos). Él se había subido allí para ver pasar a Jesús, ya que quería conocerle más de cerca. Mas cuál no sería su sorpresa cuando se encuentra con la mirada de Jesús que le observaba, y le llama por su nombre: «Zaqueo, baja, porque hoy deseo quedarme en tu casa». Dice el evangelio que entonces él bajó a toda prisa y que recibió a Jesús en su casa. Pero las gentes lo criticaban por ir a hospedarse en la casa de un pecador, pues consideraban que Zaqueo era un hombre indigno, porque trabajaba para los opresores romanos y les cobraba de más para sí, y por eso era rico a costa de su propio pueblo.

 Mas Zaqueo conmovido por la visita inesperada de Jesús, y posiblemente acusado por su conciencia, le promete que va a dar la mitad de lo que tiene a los pobres y a devolverles cuatro veces más. Viendo Jesús aquel buen comportamiento de Zaqueo, le dice: «hoy ha llegado la salvación a tu casa, pues también tú eres hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre, -Jesús- vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido, (por el pecado)». Qué hermoso pasaje del evangelio desea la madre Iglesia que meditemos hoy. Jesús dijo a Zaqueo: hoy ha llegado la salvación a esta casa. ¿Y cómo llegó esa salvación?, pues nada menos que con la presencia misma de Jesús que de tal modo conmovió a aquel personaje, que lo mueve al arrepentimiento de su mal proceder, pues cobraba más de lo debido a su propio pueblo, para quedárselo, esto es, los robaba. 

Preguntémonos también nosotros, cuál habrá sido algunas veces nuestro comportamiento con algunos de nuestros prójimos y allegados, cuando en vez de ayudarlos -si nos es posible- mas bien tratamos de escabullirnos y alejarnos del problema. Posiblemente algunas veces no hemos sido lo suficientemente solidarios y aportar de lo nuestro en la solución de dificultades, y tal vez también nos hallamos quedado con algo que no es nuestro, y por lo tanto, tenemos la obligación moral de devolverlo. Que el pasaje del Zaqueo que al paso de Jesús se arrepiente de su mal proceder, nos mueva también a nosotros a rogarle a ese mismo Jesús, que pase por nuestras casas y por nuestras vidas, para que logrando nuestro arrepentimiento, también nos diga: «hoy ha llegado la salvación a esta casa». Que así sea. Amén.