También además de comprar el agua del río a los aguateros, se vertía en unos filtros convirtiéndola en bebible, porque traía algunas veces tierra y arenilla.

Posteriormente, nos mudamos de casa, a una de mayor tamaño y mi padre se encargó de contratar obreros que se encargaron de colocar la tubería necesaria para que los sifones por donde ingresaba el agua sucia funcionaran hasta afuera, saliendo por debajo del andén hasta la alcantarilla.

En cuanto a la tubería de los baños, ese fue otro cantar. Mi padre se encargó, en primera instancia de conseguir un par de tanques de agua, de Eternit, que fueron colocados al pie del aljibe, ya que en la nueva casa existía este pozo que fue muy bien recibido para usar su agua en la limpieza de la casa y en general aseo diario.

Inicialmente para sacar agua del aljibe, utilizábamos una bomba manual, la que traía el agua y la recogíamos en valdes, después consiguieron un motor eléctrico que nos mejoraba la extracción, ya que no solo impulsaba el liquido hasta el primer piso, sino que subía hasta los tanques si era necesario.

Pero el agua del aljibe no era potable, llegaba con un sedimento blanco y aunque se filtrara y luego fuera hervida, no era confiable para preparar alimentos o beberla.

La verdad es que, desde entonces hasta la fecha, este preciado liquido ha sufrido grandes cambios. Ya en este momento recibimos sin problema en cada hogar el agua y aún así hay que usar filtros y buscar alternativas para poder degustarla de manera segura.

Así que mi única conclusión, es la tan trillada frase, que debemos cuidar la naturaleza para que no nos falte nunca este preciado líquido.