LECTURAS: Apc.7,2-14; Ps.23; Tes.2,9-13; Mt.5,1-12

La Iglesia universal (Iglesias católicas), celebran este domingo la muy antigua festividad del día de Todos los Santos. ¿Cómo así, y santos no son solo los que canoniza el Papa? Pues en principio sí, entendemos que los que llamamos santos son los que la Iglesia católica ha reconocido como tales, a los que en el seno de la Iglesia se reconoce que son los que más se han acercado a la imitación de Cristo en el actuar de su vida, muchas veces con la práctica de las virtudes de manera heroica, por ejemplo, una vida de muchos sacrificios, y hasta sufrir el martirio a causa de su fe en Cristo. Sin embargo, no solo el martirio, sino también el cumplimiento de los deberes hasta un grado de heroicidad. Y la Iglesia al canonizarlos los propone precisamente como ejemplos al pueblo, de quienes hicieron en su vida el gran esfuerzo de la imitación de Cristo. Esto es, que fueron capaces desde su propio ser y entender vivir los ideales de la vida cristiana siguiendo el ejemplo de la vida de Cristo, según la presentan los Evangelios, 

y las vivencias de los primeros cristianos en el Libro de los Hechos de los Apóstoles. Y también sirviéndose del ejemplo de vida cristiana que tantos hombres y mujeres de todas las culturas y pueblos, que se han esforzado en seguir la vida ejemplar de Cristo, poniéndola al servicio de sus propias comunidades, ejercitando así las máximas virtudes teologales de la Fe, la Esperanza y la Caridad. Demos pues gracias a Dios por todos esos héroes de la Santidad, y roguemos a Jesús que así como Él fue la inspiración para tantas y tantos santos, lo siga también siendo para nosotros, para que al menos seamos buenos cumplidores de nuestros deberes. Y eso es ya un buen principio en ese camino que debe llevarnos a Jesús. O como tan hermosamente lo dice san Pablo: «Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo». Que así sea. ¡Amén!