Rvdo. Silvio Gil Restrepo

LECTURAS: Sab.18,6-9; Ps.33,12-22; Hebr.11,1-16; Lc.12,32.40

 «La Fe y la Esperanza”.

La sagrada liturgia de este domingo nos trae bellas lecturas bíblicas que deben ayudarnos a seguir madurando en la grandeza de nuestra fe cristiana. Y es así como, por ejemplo, san Pablo nos hace hoy un breve recorrido en su carta a los hebreos citando a principales personajes del antiguo testamento que nos dan lecciones de fe. Y por ello nos recuerda al patriarca Abraham como el padre de nuestra fe, porque «creyó contra toda esperanza». Y nos dice que la fe nos garantiza los bienes del cielo que esperamos, fiados en que Dios cumplirá su palabra y su promesa de salvación en la persona de su Hijo Jesucristo a quien Él envió como garante de nuestra salvación. De tal modo que por nuestra fe en Él, seremos salvos, lógicamente que, también poniendo de nuestra parte en el cumplimiento de su mandato de fe, esperanza, caridad y vida fraterna, como es su mandato evangélico.

Y en el evangelio de hoy, Jesús nos pide precisamente que hagamos el mejor esfuerzo como el del siervo fiel que debe estar siempre preparado con las luces encendidas para el regreso de su amo y señor, pues no sabemos el día y la hora exacta de su regreso, y sepamos dar cuenta de las tareas que se nos han encomendado. ¿Y cómo estar preparados?, pues lo estaremos en la medida en que cada cual sepa cumplir con sus deberes de familia, de estudio, de trabajo, y de esfuerzo comunitario por el bienestar de todos. Y que como buenos cristianos también hagamos algún esfuerzo de evangelización en la medida de nuestras posibilidades, para que aquellos alejados de la fe, o que aún no tienen la dicha de conocer y amar a Cristo, puedan llegar a Él, y saber que Él es el único camino, y la verdad definitiva que puede darle sentido a nuestras vidas. Que así sea. ¡Amén!