Rvdo. Silvio Gil Restrepo
LECTURAS: Gén.18,1-10; Ps.52; Col.1,15-28; Lc.10,38-42
«Jesús en casa de Marta y María».
La sagrada liturgia de este domingo nos trae bellas lecturas bíblicas que deben servirnos para seguir madurando en nuestra fe cristiana. Y es así como el evangelio de hoy nos trae el hermoso episodio de la visita que Jesús hace a la casa de Marta y María, las hermanas de Lázaro. Invitado pues por ellas entra Jesús en la escena. Y encontramos que Marta se afana por decirlo así demasiado en los quehaceres de la casa, y muy seguramente en la preparación de las viandas para el Maestro que acaba de llegar. Mientras que María como con cierta des preocupación por los oficios de la casa, se sienta a los pies de Jesús como embelesada por su presencia y sus palabras que escucha de manera absorta. Pero María seguramente fatigada por el quehacer de la casa, pide a Jesús hacer el reclamo a su hermana para que la ayude. Pero oh sorpresa para Marta, pues en vez de ello, Jesús más bien se pone a la defensa de María cuando dice: «Marta, Marta, tú te afanas demasiado por tantas cosas, cuando una sola es necesaria. -María escogió la mejor parte, y no le será quitada».
¿Y cuál es esa mejor parte que escogió María? Pues nada menos que estar a los pies de Jesús embelesada con su presencia y con sus sabias palabras. Pues bien, la Teología cristiana siempre ha visto en estas dos actitudes de las hermanas, las dos tendencias que suelen darse en el quehacer de la Iglesia: una más activista, como decir las obras del apostolado; y la otra, más espiritual, como decir la dedicación a la oración y la meditación en las palabras de Jesús, su evangelio, que es precisamente la actitud de María, y que Jesús aprueba plenamente. De allí nace la predilección de las Iglesias cristianas -católicas, anglicanas, ortodoxas y las demás- que se esfuerzan porque entre sus feligresías también nazcan comunidades que de verdad también se dediquen a una vida de contemplación y de oración, pero sin embargo sin olvidar que la vida activa o de apostolado también es absolutamente necesaria en la vida de las Iglesias cristianas.–Por ello han florecido a lo largo de los siglos de Cristiandad, tantas comunidades religiosas de hombres y mujeres que dedican su vida a la oración y a tantas obras de apostolado, como la educación, hospitales, ancianatos, etc., que dan gloria a Dios y a Cristo sirviendo al prójimo necesitado. Roguemos pues a Jesús que nos enseñe como a Marta y a María, a escoger la mejor parte, que es siempre estar a sus pies en actitud de oración y contemplación, pero también al servicio de los hermanos. ¡Que así sea! ¡Amén!
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