
Rvdo. Silvio Gil Restrepo

LECTURAS: Is.66,10-14; Ps.66; Gál.6,1-16; Lc.10,1-20
«Jesucristo: verdadera paz».
La sagrada liturgia de este domingo nos trae bellas lecturas bíblicas que deben ayudarnos a profundizar en el sentido de nuestra fe cristiana, y en el conocimiento de Jesucristo nuestro Señor, razón de esa fe. Y nos encontramos con sabias lecturas para nuestra formación cristiana, como la de la carta de san Pablo a los Gálatas, que hoy nos dice: “Lejos de mí gloriarme sino es en la cruz de Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo». Y esto ¿qué debe significarnos? Pues que el seguimiento de Cristo ciertamente a veces nos impone algunas renuncias por nuestro bien o el de nuestros hermanos, pues es mucha la atracción que a veces sentimos, más por las cosas de este mundo, con el peligro de alejarnos del ideal cristiano. Pero, volviendo al evangelio de hoy, nos dice que Jesús designó a otros setenta y dos discípulos, y los envió de dos en dos a lugares a donde Él pensaba llegar. Que es como decir que los envió para que le prepararan el camino de evangelización que allí iba a realizar.
Lo que como Cristianos debe significarnos la importancia de la misión, y el deber que todos tenemos de ayudar precisamente a tantos buenos hermanos en la fe de Cristo, que dedican su vida y su vocación a ayudar a que muchos otros puedan llegar al conocimiento y al amor de Cristo, pues como dice el mismo Jesús en su evangelio: “La mies es mucha, y los obreros pocos», de tal modo que debemos orar y ayudar para que el mismo Jesús multiplique las vocaciones que deben ir por el mundo anunciando que «el reino de Dios ha llegado», en la persona misma de Jesús, y que El mismo desea tener muchos discípulos por todo el mundo anunciando su presencia para la construcción de un mundo mejor, que sea un reino de justicia, paz y amor. Que así sea. ¡Amén!
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