Rvdo. Silvio Gil Restrepo

LECTURAS: Jer.38,4-10, Ps.33 (o 39); Hebr.12,1-4; Lc.12,49-53

«He venido a traer fuego…».

La sagrada liturgia de este domingo nos trae bellos pasajes bíblicos que nos ayudan a seguir madurando en nuestra fe cristiana. Y así nos encontramos con este hermoso texto del evangelio de san Lucas en el cual Cristo dice: “He venido a traer fuego al mundo, y qué quiero, sino que arda».

Mas ¿qué clase de fuego dice Jesús que nos trae? Lógicamente es un símil con el fuego físico que arde y quema. Pues sí, porque eso es lo que desea Jesús, que el ejemplo de su vida y las palabras de su evangelio se conviertan en fuego que alimente nuestra vida de fe, y que esa fe se transforme en obras de amor y caridad, y que como dice Pablo: «con la mirada puesta en Jesús, Él sea la guía de nuestra fe, que finalmente nos llevará a su gloria celestial». Aunque tal programa cristiano a simple vista tan hermoso, también conlleva dificultades en la convivencia familiar y social, pues lo dice el evangelio, posiblemente también se den situaciones de conflicto entre las mismas familias y allegados, pues no siempre se tiene suficiente claridad por parte de todos los miembros de la comunidad, de lo que debe ser el seguimiento de Cristo y sus exigencias, no siempre acorde con los deseos y caprichos del mundo.

De todos modos, roguemos pues a Jesús que seamos iluminados por la antorcha de la fe en El, y que nos haga decir como El: qué más podemos querer, sino que esa fe arda en nuestros corazones, y seamos también capaces de transmitirla a los demás para que produzca frutos de vida eterna. ¡Amén!