El tiempo vuela

Estoy entre sorprendida y aterrada. Cuando se habló de confinamiento y cuarentena, pensé que sólo serían cuarenta días y que todo volvería al mismo ritmo conocido, pero de pronto me encontré con el hecho de que transcurrieron seis meses y a partir del séptimo mes empezamos a salir desbocados, sin tapabocas, haciendo reuniones, no respetando las distancias, en fin, que el tiempo, literalmente, voló y ¿qué pasa ahora? Que estamos entrando en la fase de las fiestas de fin de año.

Y precisamente esto me preocupa más. Conozco gente, muy cercana que cree que es exagerada la forma como me cuido y el respeto que tengo hacia quienes se acercan a mi casa o pasan por la acera de la misma, también el protocolo que nosotros seguimos al llegar de la calle, porque es verdad, a veces salimos, pero tomando precauciones, usando la protección necesaria, llevando alcohol, que se ha convertido en mi perfume favorito y desechando bolsas que no nos ofrecen confianza. El virus está en todas partes, y cerrando los ojos no nos libramos de él y mucho menos si ignoramos las medidas y restricciones necesarias para mantenerlo alejado de nuestros hogares.

Pero, vuelvo a mi tema, el 31 de este mes celebramos una fiesta que no es nuestra, pero que hemos adoptado para compartirla con nuestros niños, las recomendaciones son muchas, pero ¿estamos preparados para seguirlas? Conociendo el comportamiento colectivo creo que tendremos más de un problemita.

Después seguimos con las preparaciones de navidad, pero antes, la feria, cómo van a organizar este evento teniendo en cuenta que las aglomeraciones nos traerían mayores contagios.

En alguna parte leí que los eventos aumentarán de 56 a 77, que se transmitirán a través de una plataforma web especializada, se habla de conciertos en vivo con el estilo streaming, desfiles de realidad virtual, pero como todo tiene un pero, pienso que habrá mucho descontento. Sin ir más lejos, ahora, los fines de semana escucho la música de fiesta de los vecinos, mariachis, celebraciones, gente que se queda hasta el amanecer y no me digan que durante ese tiempo han guardado distancia y se han asegurado de mantener su tapaboca cubriendo el rostro desde la nariz hasta debajo de la barbilla.

Cuando era pequeña soñaba con una ciudad donde no había problemas, donde todo era paz, confianza, donde la gente respondía a la calma y nadie robaba ni mataba. Tal parece que la imagen que tenía de la vida, me preocupaba mucho, sobre todo porque viví con mis padres la migración desde nuestra tierra Caldense (ahora Risaralda), pasando por el Valle del Cauca, para llegar al Cauca, donde la violencia en ese momento se vivía, acababa de ocurrir el crimen de Jorge Eliecer Gaitán.

Tenemos una violencia diferente, causada por un virus, que ha afectado la vida de todos, la economía, la sociabilidad, las relaciones humanas y este 2020 que prometía tanto se nos convirtió en un año de mucho cuidado, pronto se nos acaba, dejemos que se vaya y con él el virus que hasta el momento no tiene vacuna.