Dicen o decían, que el tiempo pasado fue mejor, es una frase que se repetía mucho por parte de los abuelos, sin embargo, hoy añoro algunas cosas del pasado. El programa, para el día domingo, al menos en mi casa, era ir a Misa, si, ese día era obligada la asistencia, así que muy pulcros nos preparábamos para ir, la cabeza cubierta, la ropa discreta, toda la familia muy juiciosa ocupando una de las bancas de la iglesia.

Recuerdo que en casa teníamos dos bicicletas, una con barra, supuestamente era para hombre, y otra sin barra, para mujer. Mi padre llevaba dos de sus hijos, uno en la barra, regularmente era yo, por ser la menor, y otro en la parrilla. Mi madre llevaba solo un pasajero en la parrilla. ¿Adónde nos llevaban? No tengo la menor idea, no me acuerdo, pero si me acuerdo exactamente cómo eran estos velocípedos, tenían unos galápagos de un tono como el color de un camello, alrededor un aro plateado que servía para uno agarrarse. En la rueda trasera iba una malla para evitar que las prendas de vestir, e incluso el pie del pasajero se resbalara entre los radios de la rueda. Ambas eran negritas y tenían su correspondiente corneta.

Como dato curioso, nunca usamos protección alguna para una caída, pero siempre llegábamos sanos y salvos a casa.

Cuando la situación económica mejoró, mi padre compró un automóvil y ya los recorridos domingueros eran más largos. Visitábamos pueblos cercanos, estos si los recuerdo, no sé por qué, pero la asistencia a la iglesia si era una constante.

Eran tiempos en los cuales pensaba que el domingo era el mejor día de la semana, gozaba con mis padres, no tenía preocupaciones, ellos se encargaban de todo. El tiempo pasó y las costumbres también cambiaron y las obligaciones también, llegaron las responsabilidades y automáticamente las visitas a la iglesia se modificaron, ya que había la opción de asistir el sábado en la tarde y era validada la Misa para el domingo, así que hubo cambios en nuestras costumbres. Más adelante, cuando mi madre se hizo mayor, la televisión le permitió seguir acompañando sus oraciones en forma virtual.

En definitiva, todo cambió, nosotros, los hijos también, nuestras vidas tomaron otros rumbos y los paseos domingueros se quedaron en nuestros recuerdos.