En mi pasado tengo recuerdos muy gratos de amigos japoneses, su cultura, su buen trato, siempre me llamó la atención la forma como se comportaban sus hijos y me preguntaba el por qué los niños latinos hacen berrinches y son tan groseros en la mayoría de los casos, al menos esa ha sido una de mis experiencias.
Supe que algunos científicos japoneses y otros estadounidenses hicieron una investigación en este aspecto y comprobaron que hay una unión muy cercana de la madre y el hijo, hay mucho contacto, incluso en las películas se ve como la progenitora lleva a su hijo en una especie de bolsa como canguro. Según dicen hay un sistema de crianza conocido como “ikuji”, así el niño hasta los 5 años es dios, de 5 a 15, es un criado y a partir de los 15 es un igual. Esto quiere decir que en esa primera etapa, hasta los 5 años, lo llenan de un amor y apoyo incondicional; en la segunda etapa, 5 a 15 años, debe aprender a seguir las reglas de la sociedad, debiendo comportarse correctamente para no entristecer a su madre, gracias al gran apego que tiene con ella. Y por último esa última o tercera etapa, el niño ya se considera un miembro de la sociedad, bien formado, todos son iguales, en el colegio no habrá diferencias entre uno u otro.
Se dice que es la madre quien se ocupa de la crianza y se fomenta el respeto por la familia, se tiene en cuenta la opinión de los ancianos y su círculo cercano siempre lo apoya y lo cuidan.

Así que el ciudadano japonés crece con respeto hacia los demás, incluso me han contado situaciones en las cuales alguien atiende público, un camarero, haces un pedido, pero no puedes hacerlo en forma desordenada ni cambiar lo ordenado indiscriminadamente porque confundes.

Y otra cosa si dejas propina, es decir si pagas más de lo que corresponde en la cuenta, y lo dejas, te sigue el camarero para indicarte que dejaste algo tuyo.

Alguien me comentó que cuando hay algún objeto abandonado en la calle, nadie lo toca, solo su dueño, con la certeza de que ese objeto tiene dueño y no puede nadie hacer uso de él.

Es el contraste con nuestra cultura, a veces colocamos algún objeto sobre el muro de la casa, por si le puede interesar a alguien, y a veces no alcanzamos a cerrar la puerta cuando aquello ha desaparecido literalmente.

Hay un dicho, de que se llevan hasta un mojado, y es verdad, cualquier descuido da oportunidad para que quienes gustan de lo ajeno te despojen rápidamente de ello.

Ni qué decir de los niños y sus padres, hace algún tiempo estaban reparando el andén de mi casa, estaba el cemento fresco y llegó un niño en bicicleta a cruzar por encima, se le detuvo indicándole que no podía pasar, y al rato apareció el niño con su padre furioso porque a su hijito le habían gritado que se detuviera. Armó tremendo zafarrancho, hasta que él mismo se dio cuenta que se había parado justamente en el cemento y le había calado hasta los tobillos el material fresco.

Bueno, dejo así, pero sería excelente copiar de otros países la buena educación, empezando en la niñez.