Pronto tendremos un festivo en medio de la semana, nada menos que el 20 de julio, fecha que para muchos significa un puente más largo para salir del ajetreo de la ciudad y descansar, otros viajaran y aprovecharan para ir a las playas, aunque para muchos lo único que hará esa fecha, es interrumpir la semana porque su trabajo no se detiene.

Pero en realidad es un día simbólico de la independencia de Colombia, fue el primer hito de independencia, puso fin a la colonización española, fue el día en que se dio el grito de independencia, por lo que se convirtió esta celebración patriótica en la fecha más importante del país.

Ahora, la anécdota del florero de Llorente, es algo que a todos nos enseñaron cuando fuimos estudiantes, la provocación y pretexto para armar la revolución. Incluso se prepararon obras de teatro para conmemorar el citado evento, se levantaba un teatrino imitando el mercado dominguero con campesinos y comerciantes. Se preparaba la estrategia política para provocar la perturbación del orden público, tomarse el poder y dar salida al descontento que existía en Santafé contra la audiencia española.

Había un alumno que representaba a Antonio Morales proponiendo la provocación de una pelea con uno de los comerciantes españoles, José González Llorente. La idea era pedirle prestado un florero para decorar la mesa de un banquete en honor a Antonio Villavicencio, quien era el encomendado por la junta española para instaurar en la Nueva Granada una junta local. Al anticipar que Llorente no iba a prestar el florero con ello se armaría la revolución, tal y como así fue.

No hubo necesidad de tener un plan B, ya que evidentemente Llorente no cedió el florero.

El hecho es que a pesar de la revuelta este intento no logró consolidarse por problemas y diferencias políticas, siendo solamente en 1819, con la batalla de Boyacá que se apuntaló la independencia.

Otra cosa que no olvido, es que siendo estudiante para esta fecha, debíamos preparar nuestro uniforme de gala para salir a marchar junto con las diferentes bandas de los otros colegios, lo cual me parecía divertido porque era el mismo uniforme que usábamos a diario y que regularmente iba con un delantal encima y la diferencia era la blusa blanca de otro material, y medias de nylon en vez de los consabidos calcetines marrón. Me refiero al uniforme del colegio del Carmen en Popayán (Cauca).