Aquí entre nos…
Cuántas veces a lo largo de la vida, escuchamos esta frase, tiene mucho sentido, de eso no cabe duda alguna, se supone que es algo que hablamos con una persona y que no debe pasar de allí. Es la confianza que depositamos en alguien para compartir, una preocupación, una confidencia, una infidencia, un chisme y que no debe tener precedentes ni consecuencias. Pero, ¿qué pasa? que se nos olvida si quien recibe la información es una tumba, si, una tumba, con parlantes.
Hace algún tiempo compartí una preocupación, cosa que regularmente no hago, pero que me sentí en confianza para desahogarme y la confié a quien menos debí hacerlo, pero ya estaba hecho. El caso es que desde el momento en que la persona se marchó, me di cuenta que había sido como si la hubiera publicado en la prensa, radio, redes sociales etc.
Me imagino que muchos se estarán preguntando ¿cómo me di cuenta que el “aquí entre nos” se había convertido en “entre nos y el resto del mundo”? pero es fácil deducirlo, es igual que cuando alguien se refiere a una especie de secreto que descubrió en alguien cercano y de repente ese alguien se entera por alguna razón, que su bien oculto hecho ya está a la vista y al encontrarse con quienes saben de él, y aún con quienes aún no lo conocen, pero sospecha que pueden saberlo, no puede evitar reaccionar un poco a la defensiva.
El caso es que los años no nos enseñan nada, son las experiencias las que nos indican que comportamientos debemos seguir en nuestra vida.


Los secretos nunca lo serán, todo sale a la luz alguna vez. En el pasado se hacían bromas diciendo que: “Lo que a oscuras se hace…” refiriéndose a quienes tenían relaciones amorosas o sexuales y por suerte o desgracia, la dama involucrada quedaba embarazada, cosa imposible de ocultar, y, por ende, ese secreto salía voluminosamente a la luz.
La palabra secreto, significa, de acuerdo a la enciclopedia: “Qué solamente es conocido por un número limitado de personas.” Pero en realidad cuando algo se conoce por más de una persona, dejó de ser secreto, para que realmente sea secreto hay que guardárselo para sí mismo. El secreto es en verdad, guardar el secreto, no compartir el secreto.
Personalmente no me gusta que me cuenten cosas que no se pueden divulgar, porque si de casualidad alguien más lo sabía y lo cuenta, quien me lo confió pensará que fui quien lo esparció.
Y hablando de secretos, en una serie de televisión llamada “Doctor Bull” en donde se investigaba un crimen, el homicida se confesó, y en ese caso, el sacerdote no podía informar a la policía. Lo irónico es que se estaba juzgando al presbítero por el delito de otro, porque él trató de ayudar al atropellado, (el delito fue homicidio mediante un vehículo) conduciendo el automotor con el cual se cometió el crimen. Además de esto, el arzobispo decidió que para no violar el secreto de confesión se debía llegar a un acuerdo con la fiscalía como si el religioso fuera culpable. Obviamente al final se obtuvo la confesión del verdadero culpable, quien era nada más y nada menos que uno de los fieles de la parroquia del Ministro.
Lo mismo ocurre en la medicina, cuando un paciente habla con su médico y no desea se divulgue con su familia su enfermedad, allí hay otra obligación de silencio, e imagino que hay muchas profesiones en las cuales no se puede violar este derecho. Hay muchos casos de sicólogos, el paciente se abre y confía en ellos, pero ¿hasta qué punto estos médicos sicólogos guardan la reserva? ¿No la violan cuando en reuniones comentan algunos casos que han tratado? Y esto no lo digo por hablar. Hay médicos de esta especialidad que comentan algunos de sus casos públicamente. A pesar de no decir el nombre de la persona, creo que hay una falta de respeto hacia el paciente quien reveló sus intimidades confiando en su reserva.
Pero, ¿saben? Esto es confidencial, por favor, no lo divulguen, es, simplemente, “aquí entre nos…”.

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