Rvdo. Silvio Gil Restrepo

LECTURAS: Eclo.10,12-18; Ps.112; Hebr.13,1-8.15-16; Lc.14,1.7-14

«Los últimos serán los primeros».

La sagrada liturgia de este domingo nos trae bellas lecturas bíblicas que deben ayudarnos a seguir profundizando en la grandeza de nuestra fe cristiana. Y así nos encontramos por ejemplo con un famoso pasaje del evangelio de san Lucas, el cual nos habla de que Jesús es invitado a comer en casa de un jefe fariseo. Y al observar que los invitados buscan escoger los mejores puestos, hace esta sugerencia: al ser invitado no busques los sitios de honor o los mejores puestos, pues de pronto ese ya está reservado para alguien más importante que tú, y entonces tendrás que pasar por la pena de que te llamen la atención, y de que tengas que irte a un último puesto. Por ello más bien siéntate en un último lugar, y es posible que el jefe de casa te diga: amigo, ven y te sientas conmigo o más arriba. Y entonces quedarás muy bien ante todos: “porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla, será enaltecido».

Digamos pues que Jesús nos da una sabia lección con ésta parábola. Sí, una lección de humildad, y que mejor es que no andemos buscando los mejores puestos, sino los sitios o lugares desde donde mejor podamos servir o ayudar a los demás. Y una guía para ello, digamos que puede ser seguir en la búsqueda de cuál sea nuestra vocación primera, qué tipo de trabajo o profesión nos gusta ejercer, o a qué vocación nos sentimos llamados no solamente para ganar el sustento, sino también para prestar un servicio a nuestras comunidades. Y en la medida de lo posible también ser generosos prestando servicios de buena voluntad con sentido de solidaridad, y de ayuda a los más necesitados. Pues este es también el mensaje del evangelio de este domingo, que seremos premiados por Dios en la medida en que sirvamos a los demás, especialmente a aquellos que no pueden pagarnos o devolvernos los favores por su extrema pobreza. Ya que dice el evangelio de hoy que: «serás de veras feliz, porque como ellos no tienen cómo pagarte, te lo pagará Dios en la resurrección de los justos». Que así sea. ¡Amén!