San Pablo en su carta a los de Tesalónica hace un bello elogio a estos cristianos «por su fe tan activa, puesta en Jesucristo, que les da firmeza incluso en el sufrimiento». Una lección para nosotros: La fe en Cristo nos da ánimo y fortaleza para afrontar las dificultades de la vida. Esa es una de sus virtudes. Y en el evangelio de este domingo, también Jesús nos da una lección, con su tajante respuesta a los fariseos cuando les responde si deben pagar o no tributo al César romano: «pues dad al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios». Pagar al césar tributos, es como ahora para nosotros, ¿debemos pagar los impuestos del Estado, o de la ciudad? Pues sí, si por ello podemos tener mejores servicios sociales, como el agua, la electricidad, etc. Porque lo que duele a veces es constatar que el pago de los impuestos no se corresponda con la prestación de unos buenos servicios, etc.

LECTURAS: Is.45,1-7; Ps.96; 1 Tes.1,1-10; Mt.22,15-22

 Y dar a Dios lo que es de Dios, creo que es cumplir con sus mandamientos, honrarle con la adoración que se merece, por ser -como dice el catecismo- el Creador y el principio y fin de todas las cosas. Y en nuestro caso, como cristianos, pues es el Padre de nuestro Señor Jesucristo, e igual padre de todos y de todo, como el Creador, y último fin de todas las cosas, y de todos los seres. Roguemos pues a Dios como Padre y Señor nuestro, que seamos capaces de tener unas muy buenas relaciones como sus hijos, y por lo tanto aprendiendo a relacionarnos como hermanos, como tan bellamente lo dice el Papa Francisco en su último documento o encíclica: «Fratelli tutti»: a todos los hermanos, o sea, a ver si aprendemos a vivir como hermanos, según el querer de Dios. Que así sea. ¡Amén!