LECTURAS: Ex.12,1-14; Ps.149; Rom.13,8-14; Mt.18,15-20
La sagrada liturgia de este domingo nos trae unas lecturas bíblicas que deben ayudarnos a seguir mejorando en nuestra capacidad de relaciones humanas y cristianas, tal como tan bellamente nos lo dice hoy san Pablo en su carta a los Romanos: “A nadie le queden debiendo nada, fuera del amor que nos debemos unos a otros: porque amando al prójimo se cumple la Ley en su totalidad…pues si se ama, no se hace ningún daño al prójimo». Como se dice en lenguaje popular, más claro no canta un gallo, pues ésta es la ratificación paulina del claro mensaje de Jesús en su evangelio: “Ama a tu prójimo como a ti mismo». Mas la cuestión es -como decía un profesor de teología- «ponte a amar; ponte a amar». ¿Qué nos quería decir con eso? Pues que el verdadero amor no es así como tan mamey, como de un tan fácil romanticismo, sino que incluso puede llegar a implicar verdaderos sacrificios por el ser amado, o por los que se aman. Y bien, después de todo, esto es lo que nos pide Jesús en su evangelio, que seamos capaces de dar o de darnos en la medida de lo posible, en cuanto a lo que somos o tenemos. O que al menos hagamos lo posible por mejorar siempre nuestra capacidad de relaciones humanas, con familiares, amistades, socios o compañeros de camino, etc. Y que si tenemos diferencias, y siempre es factible que las haya, pues que tampoco nos enfrasquemos en actitudes egoístas, sino que hagamos el mejor esfuerzo por superarlas, pues siempre es mejor la comunión entre los hermanos y la ayuda mutua, que el distanciamiento. Roguemos pues a Jesús, que es el príncipe de la paz, que nos ayude a vivir como hermanos, que es lo que Él nos enseñó. ¡Amén!
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