La humanidad reacciona de distintas maneras, de acuerdo a la información que recibe. Hace precisamente un año empezamos con la cultura de la mascarilla, surgió el negocio de su venta y al inicio este implemento fue de muy mala calidad, surgieron las críticas y enfrentamientos entre las distintas marcas que lo elaboraban.

Ahora tras un año de usar este nuevo accesorio en nuestro vestuario y haber anunciado la aplicación de la vacuna, por arte de magia muchos usuarios dejaron de colocárselo, bastó con anunciar la inyección para que se sintieran aliviados.

Hoy me ocurrió un evento curioso, digo curioso por no decir grosero, crucé la calle con dos balones en mis manos, para efectos de inflarlos donde el monta llantas de la esquina, llegando al lugar un hombre conduciendo un vehículo que a la vista se puede identificar como “pirata”, sin ninguna precaución subió por el andén, deteniéndose frente a mí, sin ninguna precaución se bajó del automotor, sin mascarilla alguna, escupió en el andén a dos pasos del lugar en que me encontraba yo y pasándose por delante se acercó al dueño del lugar solicitando un servicio.

Me detuve fuera del lugar esperando la reacción del propietario, y quedé gratamente sorprendida cuando lo vi colocarse el tapaboca, salir del lugar y preguntarme que requería, me atendió de inmediato y me marché quedando el lanzado señor con la boca abierta, listo para protestar, pero sin poder decir nada.

Recuerdo que, de pequeña, mis padres me enseñaron buenos modales, respetar las filas, esperar sin saltarnos a los demás, en fin una serie de actitudes sociales que se han perdido.

Ahora en cuanto a la mascarilla, es molesta, sí, los que usamos anteojos sufrimos porque nos empaña la visión, pero esto es soportable si tenemos en cuenta que estamos protegiéndonos de un mal mayor.

También me di cuenta que algunas personas, mayores claro está, después de aplicada la vacuna guardaban la mascarilla y salían sonriendo de los centros médicos. Pero ¿Qué nos pasa? Es tanta nuestra ignorancia que con ver la jeringa de la vacuna ¿nos creemos exentos del virus?

Pero esta es la idiosincrasia del colombiano, así somos y no cambiaremos de la noche a la mañana.