Estuve mirando casos de intolerancia y se me vino a la mente una pregunta: ¿Por qué hay tanta rabia en la gente? Hay reacciones que no se comprenden.
¿Por qué hay tanta rabia? Esta emoción que en la vida, alguna vez la experimentamos, ya por frustración, impotencia, estrés, miedo, en fin, por tantas causas. Y es una de las emociones que debemos controlar a lo largo de nuestra vida, ya que es la que más daño nos puede causar, además de a los demás. Y muchas veces redunda en intolerancia.
Hace un tiempo estábamos reparando frente a la casa un daño, el tramo que antecedía a nuestro antejardín se había roto, así que un trabajador estaba pavimentando un trozo y arreglando el prado, cuando un niño en su bicicleta, sin consideración alguna se pasó por encima haciendo un daño. Le llamamos la atención y le dijimos que no pasara por allí. El niño se marchó y mientras se hacía la reparación, apareció de nuevo el muchachito, con su padre, que venía con una cara de busca pleitos armada. Cuando fue a abrir la boca, se encontró con el daño que su vástago había hecho y que estábamos reparando, no teniendo más remedio que cerrar la boca y devolverse. Pero su actitud, era pendenciera y el chico sacaba pecho de que había traído a su papá para que nos pegara. Menos mal que esto no llegó a más.
Vi también, uno muy divertido, cuando un motociclista se enfrentó con un particular que le llamaba la atención desde su carro, para que no obstaculizara la vía. El joven ni corto ni perezoso se bajó de la moto, se acercó al conductor del vehículo y lo increpó a bajarse y enfrentarlo. Cuando este lo hizo el muchacho poco faltó para desmayarse, ya que el hombre le doblaba en estatura y cuerpo, así que corrió hacia su moto y con ayuda de vecinos logró marcharse rápidamente.
Son muchos los casos que pasan en las redes, que por intolerancia, terminan mal, incluso con la muerte de sus protagonistas.
En Colombia hay centros de conciliación, para evitar los enfrentamientos violentos, sin embargo, es difícil lograr que lleguen a un acuerdo cuando están cerrados en sus puntos de vista. Y los desacuerdos de parejas son los que dan los peores resultados, ya que se convierten en venganzas personales, donde no dudan en causar daño a los hijos de sus parejas, e incluso a sus propios hijos, con tal de lastimar a su compañero(a).
Nunca he podido entender a las parejas que se vieron tan enamorados, y sin embargo, al separarse, por las razones que sean, se convierten en enemigos acérrimos, y todo aquello que era tan gracioso cuando estaban juntos se convierte en el peor de los defectos. Y cada encuentro es un choque de iras reprimidas que las descargan uno al otro.
Hubo en Bogotá, un par de casos que me impresionaron. Un joven tropezó con una mujer en estado de embarazo, y aunque se disculpó de la mejor manera, el esposo de aquella, le propinó una herida en el cuello con un arma blanca, que terminó con su vida. Otro fue la colisión de un vehículo con otro, lo que provocó la ira del que estaba parqueado reuniéndose vecinos hasta casi lincharlo por el accidente.
Y son muchos los casos que ocurren entre quienes prestan servicio militar, jóvenes quienes son dotados con armas de fuego y ante un desacuerdo no dudan en disparar contra su compañero.
Cómo controlar este sentimiento si cuando surge es incontrolable. Hay personas que automáticamente se enfrentan unos a otros y lo hacen de una manera tan rápida que no dan tiempo a pensar. No hay fórmula mágica para ser tolerantes.
Comentarios recientes