Por tantos años haber trabajado en el poder judicial, siento verdadera atracción con los documentales que tratan sobre juicios, crímenes, de cualquier tipo. Tanto así que últimamente he estado analizando investigaciones que se han convertido en verdaderas historias. Algunas sin solución, otras, afortunadamente con un final de justicia que satisface.

En Argentina, hubo un caso realmente apasionante: “Las mil muertes de Nora Dalmasso”, en hechos ocurridos en el año 2006 en Río Cuarto, Córdoba, en donde las fallas judiciales brillaron especialmente, así como el daño que causaron los medios con sus opiniones y publicaciones sin pruebas que apoyaran sus comentarios.

En el documental presentan tres sospechosos. 1) Un obrero que estuvo trabajando en la residencia. 2) El hijo de la víctima. Y 3) El viudo.

La opinión pública defendió al obrero y salió con pancartas hasta que en vista de que no había prueba alguna que respaldara la acusación, lo dejaron libre. Cuando se acusó al hijo de la pareja, mucha gente estuvo de acuerdo y criticaron que no lo hubiesen encerrado en la cárcel. Argumentos sin sentido, como decir que siendo gay, había tenido enfrentamiento con su madre y en consecuencia terminó con su vida. Comentario que no tuvo fundamento toda vez que su inclinación sexual no había sido expuesta ante ellos y sólo se supo a raíz de la investigación por la muerte de su madre. El caso es que, tras buscar la intervención de inteligencia del FBI en los Estados Unidos, se estableció que el ADN no vinculaba al hijo, pero sí al padre. En consecuencia, la acusación se dirigió hacia el viudo.

Pero veamos, el viudo se encontraba en un torneo de golf, en Punta del Este, y fue después que se enteró de lo ocurrido con su esposa, y el Fiscal, ni corto ni perezoso, al no poder vincular este personaje con el crimen, se le ocurrió la maravillosa hipótesis de su responsabilidad como autor intelectual del mismo, adjudicándole la contratación de un sicario para asesinar a su esposa.

Al final hubo un Fiscal con mejor disposición e inteligencia para analizar las pruebas y testimonios, quien absolvió al viudo y dispuso investigar el ADN del cinturón con el cual fue ahorcada la víctima y miren por donde, resultó un responsable, precisamente quien está siendo investigado.

Y esto sin relatar lo que hicieron los medios, o mejor lo que hizo un periodista, realizando su propia y muy personal deducción para sacar a flote hechos totalmente fuera de contexto, bajo el pretexto de ser un buen reportero.

En el documental, ni siquiera se disculpa por la amargura que causó a una familia durante años hasta que terminó el juicio contra el viudo.

Aunque la familia se sintió aliviada con la sentencia, fueron muchos años de sufrimiento de todos y cada uno de los miembros de esa casa, recibieron improperios, los juzgaron, si hablaban, mal, los criticaban por no llorar, inventaron infidelidades, enfrentamientos que jamás ocurrieron, en fín, todos los ciudadanos se sintieron autorizados para sacar sus propias conclusiones.

Como este hay muchos casos en donde demuestran la ineptitud de los funcionarios públicos. Su afán por buscar un chivo expiatorio los lleva a cometer las peores injusticias.

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