Este virus que al parecer ha recorrido todo el territorio nacional y extranjero, tiene una cantidad de variantes en su sintomatología que sorprende mucho.

A finales del año 2019, cuando el covid 19 no era famoso y era apenas un desconocido que había empezado a incursionar en América latina, estuvo en mi casa. Los síntomas, mareo, apenas si podía sostenerme en pie, perdí el olfato, la garganta se me afectó especialmente y la fiebre y escalofríos acompañaron el proceso. Al llamar al servicio médico en casa, el médico se sorprendió y manifestó que desde hacía poco estaba tratando una cantidad de gente con este mismo cuadro y que no sabían cómo tratarlo, así que me extendió una fórmula que contenía tratamiento para gripe fuerte, faringitis, fiebre, etc. Es decir, era todo un coctel de diferentes medicinas, incluido un espray para calmar el dolor de la garganta.

 

Ya al año siguiente empezó la información de este virus y me di cuenta que lo había sufrido. Los cuidados recomendados, los cubrebocas, las vacunas, el confinamiento, el lavado constante de las manos, no tocar el rostro o los ojos, evitar los grupos, etc. todo eso con rigurosidad, claro que no faltó quién dijera que era exagerada, y que no respetara mi preocupación.

Y miren por donde, empecé con un malestar en la garganta, fatiga, escalofríos, y lo peor, perdí el apetito totalmente, aunque no perdí el olfato, todo olía mal, los alimentos no me pasaban a través de la garganta, así que a la fuerza perdí peso. Agotamiento y solo el deseo de dormir, eso sí, bastaba con recostarme para quedar absolutamente noqueada.

El mejor tratamiento, descansar, tomar líquido, droga para el malestar y como decía “Chan-li-po”, mucha, pero mucha paciencia. Aún al día de hoy, después de dos semanas hay cierto rezago y poco a poco volviendo a la normalidad.

Sigo protegiéndome con tapaboca, lavando las manos, evitando las reuniones y en fin todo lo posible para evitar otra recaída, ya que como siempre digo, el covid no se ha ido, simplemente ha bajado su fuerza y nos hemos vuelto más fuertes para hacerle frente.

Siempre recuerdo que un primo mío, me dijo, no te preocupes que eso es una especie de gripita, así hay que tratarla, y para mi tristeza, ya no comparto nada con él.