He leído una cantidad incontable de testimonios sobre mujeres que desean ser madres, con la ironía de que otras que no lo desean lo son y no se sienten contentas de serlo.

El caso es que conocí dos mujeres, ambas con interés en ser madres, dos clases sociales, una de clase media, otra sobreviviendo con una tiendita en uno de los barrios de Cali.

La primera, un día me manifestó su deseo de ser madre, pero que no quería que el hipotético padre interviniera en su vida, esta mujer, culta, madura, ya no era una jovencita cuando hablamos, su cabello gris ya mostraba que había superado los 30 años y posiblemente estaba cerca de los 40. La dejé hablar y me dijo que buscaría un hombre discreto y serio para lograr su propósito.

Un año después vi a esta dama en estado, me sonrió y dijo, lo encontré, es un hombre serio y no va a interferir en mi vida. Cuando nació su hijo me sorprendí gratamente al ver ese niño y la felicidad de su madre. Logró su sueño y tal parece que su vida es lo que ella quería.

Conocí a la otra madre un día que llegó al Juzgado donde yo laboraba y me pidió colaboración para llamar al padre de su hijo, manifestarle su necesidad económica y solicitarle su ayuda para sacar adelante a su pequeño.

Esta, una mujer pequeña, tímida, sus cabellos rubios empezaban a mostrar algunas canas, con un comportamiento discreto me contó su historia.

Estando en su tienda llegó un caballero, aparentemente muy decente y caballeroso, y con quien ella, sin pensarlo tuvo relaciones sexuales ese único día. Nunca más lo volvió a ver, pero al poco tiempo se dio cuenta de que estaba embarazada, tuvo a su hijo, siguió su vida, pero a medida que su hijo crece se ha dado cuenta que su capacidad económica no le alcanza para darle una buena educación. Por eso, se dio a la tarea de buscar al caballero y quiere pedirle únicamente, que, si puede, la ayude.

Nunca antes había llegado al juzgado una persona que en forma tan educada buscara al padre de su hijo para que colaborara económicamente, ella pedía encarecidamente que no fueran a molestar a este señor, que lo hacía así porque no quería buscarlo en su casa y le habían aconsejado en Bienestar Familiar que lo hiciera a través del Juzgado.

Efectivamente contacté al sujeto, quien inmediatamente vino, lo reconocí al instante, un caballero, me preguntó qué podía hacer para ayudar a esta señora, le expliqué y dijo que quería hablar con ella y no pasarle una renta sino correr con todos los gastos del niño. Me quedé sin palabras.

La señora retiró su solicitud del juzgado y con una sonrisa me dijo que este señor estaba atendiendo todos los gastos del niño sin escatimar en nada.

No sé qué pensar. Caballeros cómodos, que no quieren ninguna responsabilidad pero que a la vez muestran una faceta de respeto hacia la otra persona, sobre todo el segundo, quién no dudó ni un segundo en aceptar que el niño era suyo.

Estas mujeres lograron su sueño de ser madres en situaciones excepcionales, con una seguridad en lo que querían que no dejo de sorprenderme.

Y lo mejor, vieran estos niños, hasta el momento en que tuve oportunidad de admirarlos, parecían personas que estaban creciendo con unos valores y una preparación que ya querrían haber logrado muchas parejas con sus hijos.