
Autor: Pastor Diego Arbeláez
Extracto de la Revista No. 5
«Mientras Espera»
“Me encanta pasar aún mi tiempo libre haciendo lo que algunos llaman trabajo y que yo llamo diversión”.
Quien no trabaja no descansa
“Una de las más grandes fuentes de energía es sentir satisfacción por lo que hacemos”.
“Ningún día es demasiado largo para el que trabaja con amor.”
Cuenta la historia que cierto griego a quien se le impuso el castigo de recoger las basuras de su pueblo, desempeñó ese oficio repudiado por todos, con tanta diligencia, y con tanto amor y gozo que ese trabajo, así dignificado y ennoblecido por el sabio, pasó a ser en toda Grecia, un honor público.
Cuando trabajamos de esa manera, comprendemos que nuestra tarea, es parte sustancial de nuestra vida, entonces, deseamos que los días sean más largos pues el trabajo ha perdido hasta el último vestigio de ese supuesto elemento esclavizador. Amar lo que hacemos y realizarlo bien, dando siempre un poco más de nosotros mismos, hace la vida más bella y el corazón más feliz.
Digan lo que quieran los ricos, los viciosos y los holgazanes, el trabajo agradable y útil resulta todavía la mejor de las distracciones. Por humilde que sea su ocupación, si es honorable, si usted la realiza fielmente, no perderá su galardón tal como dice la Biblia: “He aquí, pues, el bien que he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar de los frutos de todo el trabajo con que uno se fatiga debajo del sol todos los días de la vida que Dios le ha dado, porque esa es su recompensa”. (Eclesiastés 5:18)
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El trabajo es una bendición, es el padre del placer. Es increíble lo bien que uno se siente cuando cree en lo que está haciendo y lo hace con amor. La felicidad, como la entendían los antiguos reside, más que en la remuneración económica, en la actividad, tanto física como mental.
Llamamos trabajo al esfuerzo que hacemos para conseguir algo por nosotros mismos o con la ayuda de los demás. Gracias al trabajo podemos hacer realidad algo que teníamos en mente, arreglar algo que antes no funcionaba o crear algo que antes no existía. Son muchas las cosas que podemos lograr por medio del trabajo.
Cada hombre tiene un trabajo propio que es como una misión que Dios le ha dado para mejorar el mundo. Aún la tarea más humilde sirve a un propósito útil. El ingeniero hace las represas y carreteras, el médico controla las enfermedades, el abogado defiende la justicia, el minero en el oscuro socavón extrae tesoros de energía y belleza, el ama de casa cuida la familia, cocina, lava la ropa, etc. El barrendero limpia la ciudad y aunque su trabajo es humilde, hace algo superior a aquellos que arrojan la basura.
Todo el mundo, hace lo que todos necesitamos y utilizamos. Es por eso que todo trabajo debe ser realizado como un mutuo servicio que nos prestamos los hombres y con la satisfacción de estar colaborando para que el mundo sea mejor y no como un simple medio de conseguir dinero.
“Hay mucho más en el trabajo que el sueldo. Ganarse el pan diario es apenas una ínfima parte de la vida”. Si usted hace las cosas buscando solamente el beneficio económico, no disfrutará de su trabajo. Los antiguos decían “Si cuando tensas el arco estás pensando en el premio, errarás el tiro”.
Hacer algo con mala voluntad y sin amor también es un modo de perder el tiempo. Entréguese por completo a todo lo que haga. Hacer las cosas en serio es divertido.
El trabajo es tan divertido para mí como el tiempo libre. Paradójicamente, cuando más trabajo por el placer que me genera, es cuando menos trabajo. Si no trabajara, la vida dejaría de interesarme.
¡Cuando el trabajo es un placer, la vida es una alegría! Cuando el trabajo es sólo un deber, la vida es una esclavitud.
Aquí le dejo este gran secreto: Un gran remedio para alejar la tristeza y atraer la alegría es trabajar con buena disposición.
Una buena oración: Señor, hoy quiero darte gracias por mi trabajo, fuente de grandes bienes y gratas realizaciones.
Dame, Dios mío, el don de superar en mi labor los problemas, soportar las contrariedades y gozar de esa calma que ofrece la paciencia.
Gracias, Señor por mi trabajo. El me permite desarrollar mis capacidades y dar buen fruto con mis talentos.
Mi trabajo me hace madurar, me impide sumirme en el sopor de la pasividad, me vuelve dinámico.
Mi trabajo es el campo que se me brinda para ser creativo, solidario, generoso, para dar de lo mucho que de ti he recibido.
Gracias, Oh Dios, por mi trabajo. Si laboro con entusiasmo, lo difícil se torna fácil y lo pesado se hace ligero.
Cuando trabajo con amor alcanzo metas que creía imposibles y gracias a mi esfuerzo hay más sonrisas y más paz.
Haz, Señor, que hoy no haga mi trabajo más fatigoso con las quejas y el mal genio. Que tome mi labor como un servicio y una oportunidad de hacer el bien.
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