Me enviaron un meme muy simpático tomado del aeropuerto en donde se cumplían todas las normas y protocolos posibles para evitar el contagio de este azaroso virus covid19, distancia, mascarilla, alcohol, en fin una conducta ejemplar, así mismo los operarios en sus mostradores con una ventana plástica atendían a los usuarios. Lo único que les faltó fue pasar los tiquetes y documentos con pinzas.
A continuación, viene el meme al interior del avión, todos sentados, codo con codo, con mascarilla eso sí, pero todos los asientos ocupados y la azafata pasando bandejas por encima, agachándose sobre los pasajeros.
Y en este momento hay muchísimas personas que ya no utilizan protección, algunos porque “ya están vacunados”, otros porque no creen en las vacunas y algunos usan mascarillas reusadas, recicladas, las colocan en el bolsillo y las llevan a todo lado.
Hace poco vi a una mamá con sus niños, todos con sus mascarillas, igual la señora, los tuvo cerca todo el tiempo mientras yo desde lejos admiraba el control y su buen juicio al proteger a sus hijos, pero en instantes la escena cambió, uno de los chicos dejó caer su mascarilla mientras el otro “chupaba” dedo a través de la suya, el tercero se quitó la que cubría su boca y nariz y empezó a jugar con ella. La madre, miraba a sus vástagos inmutable. Cuando se llegó el momento de pasar al servicio médico que esperaba, acomodó las mascarillas protectoras en el rostro de cada niño, recogió la que yacía en el piso, la sacudió y la colocó a su pequeño, alejó el dedo de la boca al otro y entraron cual organizada familia al consultorio.
Y esto es solo una pequeña parte de la que uno se da cuenta, porque hay otros niños que en sus colegios intercambian las mascarillas, unos por error y otros porque le gusta más la del compañero.
Y luego nos preguntamos ¿qué sucede? ¿Por qué aumentan los contagios?
Pero también están los escépticos, que no se vacunan y luego son los primeros en exigir atención médica en los centros hospitalarios, ocupando camas, medicamentos y servicios que debían ser para quienes siguieron los protocolos y sin embargo fueron contagiados.
Hay un dicho que dice: “nuestros derechos terminan donde empiezan los derechos de los demás”, y cito esto porque no hace mucho una médica pediatra en Barranquilla, fue motivo de ataques físicos y verbales como represalia porque denunció una rumba que realizaban en uno de los apartamentos sin tomar ninguna medida de precaución. ¡Sorprendente!
Y es que he venido observando que los colombianos estamos reaccionando en forma supremamente agresiva a cualquier comentario, lo que primero se observa es un puño a la vista, ¿será que el covid19 nos está cambiando la personalidad?
Incluso un hombre que fue requerido para usar la mascarilla en un centro comercial, retó al vigilante de seguridad a que se acercara y se la hiciera colocar, mostrándole sus puños listos para pelear. Y las contestaciones que uno recibe cuando se advierte a las personas que llevan mal colocadas sus mascarillas, porque la mayoría la lleva por debajo de la nariz, algunos con la excusa de que se le empañan las gafas, otros argumentan calor, dificultad para respirar y los más agresivos, porque les da la real gana y su desconocimiento es tal, que no se dan cuenta que quienes llevan mal colocadas las mascarillas son los que son más susceptibles de contagio.
Bien, no más críticas, esperemos que todo esto se supere y esta racha de virus termine de alguna manera a ver si los humanos también recuperamos nuestra cordura y buen humor.

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