A veces es mejor reír que llorar ante la falta de comunicación en las entidades de salud, y les voy a relatar la odisea que acabo de pasar intentando obtener una cita con el servicio de EPS que tengo.

Voy a omitir el nombre de la entidad porque al fin y al cabo tuve un final feliz.

He sido tratada por una especialista en retina, excelente por cierto, hasta el mes de mayo del año en curso, día en que con gran orgullo me dijo que sólo debía volver al año para control ya que no requería de más tratamiento.

El caso es que hace pocos días el ojo izquierdo empezó a fallar, me ocurrió lo que a muchas personas les sucede, al levantarme no pude soportar la luz, ni siquiera la del celular, con un terrible dolor, el parpado se inflamó y el ojo se irritó terriblemente, tanto, que me vi impedida para siquiera salir a la puerta de mi casa, debí, en mi caso, encerrarme todo el día.

Pero mi odisea empezó al empezar el trámite de la cita. Por lógica busqué en la página web para que me autorizaran adelantar la fecha de la orden y así poder solicitar la cita, rápidamente me llegó un correo indicándome que en los dos días siguientes me darían respuesta. Me pareció que era mucho tiempo, por el estado de mi ojo, pero confié en que la espera valdría la pena.

A los dos días recibí un mensaje de texto indicándome que no requería de autorización y que simplemente solicitara la cita con la retinóloga. Marqué el número indicado y tras la rutina de indicar si era la eps, el número de cédula, razón de la llamada, y espere en la línea para ser atendida por alguno de nuestros operadores… me dice la niña que tengo que validar la orden y me traslada a otro número. Allí un caballero me dice que le da mucha pena, pero tienen problema con las líneas, que llame en tres horas.

Transcurrido el día, vuelvo y llamo y ahora me atiende otra persona y me dice que no necesito autorización para esa orden, que me puede dar la cita, pero con la entidad de eps al norte de la ciudad. Resignada le dije que estaba bien, que me asignara la cita con RETINOLOGO(A). Me hizo un corto cuestionario sobre el covid y me preguntó si estaba embarazada… naturalmente le aclaré que era adulto mayor, y procedió a darme fecha, hora y el nombre del médico que me atendería en GINECOLOGÍA. ¿Cómo les parece? Le dije y aclaré que el problema era de OFTALMOLOGÍA o sea en los ojos y entonces se hizo un lío y dijo que me daría un número de teléfono para que solicitara la cita, ya que para esa especialidad era por otra línea.

Llamo al número que me suministró esta operadora y el contestador automático me refiere al mismo número inicial que había intentado desde el inicio de este proceso.

Vuelvo a marcar y de nuevo todo el interrogatorio de rigor, para obtener la misma respuesta: que debía validar la orden ya que tenía más de 120 días. Y de nuevo al operador que me había dicho el problema de las líneas y se repite el proceso para decirme que efectivamente no necesitaba la validación, que ingresara nuevamente y solicitara la cita.

Repito todo el procedimiento y ahora es una chica la que atiende y luego de explicarle todo lo que he hecho, me dice que espere un momento que va a validar la orden y es entonces cuando en el teléfono empieza un ruido de riiiiiiiiiing, riiiiiiiiing, riiiiiiiiiing, y sonido de corte de la llamada.

Agotada y con la paciencia al borde del caos, lo intento de nuevo, me contesta una nueva operadora, un toque seca y con una voz dura, pero directa, las mismas preguntas, le explico de lo que se trata y me pregunta la fecha de la orden que yo tengo, se la digo y dice, está vigente así que con mucho gusto le doy cita, pero con otro retinólogo, ya que no tengo agenda para la oftalmóloga tratante, le acepto y ¡sorpréndanse! Me dio la cita en fecha y hora oportunas y me manifestó que a mi correo llegaría la confirmación y efectivamente llegó de inmediato.

Todavía estoy revisando la orden no sea que a última hora yo esté soñando.