Últimamente he escuchado la ocurrencia de muchos accidentes, no solo de tránsito sino de las formas más extrañas, ya son varias las personas que caen desde lo alto de los edificios, desde sus propios balcones, y la explicación o información que dan las autoridades es que han sido accidentes.
Pero hay situaciones previsibles y que pueden ser tenidas en cuenta antes de que ocurran. Hoy escuché en la radio a un locutor que contaba que se encontró con un amigo y estaban hablando en el separador del Transmilenio cuando un transeúnte desprevenido intentó pasar la vía, con la suerte que él lo observó y alcanzó a agarrarlo, evitando que el bus se lo llevara en su recorrido. Suerte que él salvó su vida, pero no se puede ignorar que de no haber estado estos dos caballeros conversando en ese punto especial, este hombre no estaría contando el cuento.
Hay una niña pequeña, de esas que llevan al jardín todas las mañanas y la regresan tipo tres de la tarde, su abuelo la recoge todos los días y la pequeña se sienta en el asiento del copiloto, ¿por qué? No lo sé, ya que las normas de tránsito exigen que los menores vayan en el asiento trasero, asegurados con los respectivos cinturones de seguridad. Resulta que la nena se niega a ir atrás y el abuelo no tiene la autoridad suficiente para imponerse, así que ella va en el asiento delantero, sin cinturón de seguridad, no sé si es que no lo tiene el vehículo, pero el caso es que así es. Sobre las tres de la tarde se puede ver a la pequeña literalmente enroscada, dormida en el asiento delantero, sin cinturón de seguridad y tienen que bajarla en brazos porque está profundamente dormida. ¿Qué sucedería a esta niña si fueran atropellados por otro vehículo o tuvieran que dar una frenada imprevista? No quiero pensarlo.
Los muros son una verdadera atracción para los niños, especialmente los varones, muchos chicos traviesos en los colegios trepan cual “hombre araña” y caminan haciendo equilibrio sobre estos, haciendo burla de sus compañeros que prefieren admirar las proezas de los arriesgados.
Los celulares han causado más accidentes que los excesos de velocidad en coches, por contestar una llamada, por responder un chat, cuántos vehículos se han ido al abismo o se han estrellado con otro automotor. Hace poco vi un video muy interesante, creo que fue grabado en Japón, invitaron a más de cien personas a un evento público y les presentaron una película, en la cual se veía un conductor en primera persona por una vía amplia y transitada, durante la transmisión de la película el celular de éste empezó a sonar, así como todos los celulares de los invitados, quienes de inmediato tomaron sus móviles, cuando se escucha un sonido estridente de choque en la pantalla. Todos los celulares habían sido intervenidos para que timbraran al mismo tiempo. Una gran lección.
Incluso en la calle veo personas hablando sin parar con sus teléfonos, arriesgándose a un accidente; pero no solo en la calle ocurren los accidentes por causa de nuestra atención a los móviles, cuántas veces escuchamos que alguien ha caído por las gradas de su casa al estar atendiendo una llamada mientras bajaba los escalones; también damas en la cocina, se han quemado o se les ha caído una sartén caliente por sostener en la otra su teléfono.
Podría contar infinidad de historias al respecto, pero creo que en este mundo moderno debemos tener más cuidado, ya que es muy fácil incurrir en fallas humanas con finales tristes.
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