Leí algunos comentarios en las redes sobre la tradición de los regalos en estas fechas decembrinas, criticando, en mi opinión, en forma equivocada la procedencia de ellos.
Si tenemos en cuenta el árbol de navidad, papá Noel o Santa Claus, como quieran llamarlo, la razón de ser de esperar que vuele en su carruaje guiado por unos hermosos renos, arrojando cajas con juguetes y dulces por doquier, e incluso haciendo que baje por el hueco de una chimenea para ingresar a los hogares y poder dejar los regalos a los miembros de cada familia, obviamente encontramos que esto es disparatado, increíble, fantasioso.
Pero la verdad es que esta tradición nació por allá en el siglo III o IV, en la actual Turquía. San Nicolás de Bari fue un obispo cristiano quien tuvo una herencia grandiosa y la repartió entre los más necesitados. Se dice que sus padres lo educaron en la fe, por ello al fallecimiento de ellos Nicolás optó por repartir su fortuna entre los más necesitados y se convirtió en un defensor de los más débiles. El emperador Licinio, perseguidor de los cristianos ordenó su encarcelación, quemaron su barba. Fue liberado por el emperador Constantino.
Hay una historia en la cual se dice que un hombre quien había perdido su fortuna, no tenía dinero para las dotaciones de sus tres hijas, lo que significaba que se quedarían solteras y sin empleo, por lo cual deberían prostituirse. Con ese conocimiento, Nicolás procedió a arrojar una bolsa con monedas de oro por una ventana de la casa de este sujeto, quien gracias a ello pudo entregar en matrimonio a su primera hija; pero lo propio ocurrió para las otras dos hijas. Pero el padre de las jóvenes, estuvo despierto todas las noches hasta descubrir quien era el generoso personaje que lo había salvado de la desgracia.
El cambio de nombre de San Nicolás por santa Claus o papá Noel, es una simple deformación llevada a cabo no solo por el comercio sino por cuestiones de idioma.
(Continuará…)
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