Nos quejábamos hace unos días de exceso de lluvias, tragedias por inundaciones, derrumbes, destrucción de vías, etc. Y ahora, no estamos de acuerdo con el calor. La verdad. ¿Quién nos entiende?

Siempre habrá algo por qué quejarnos, pero se nos olvida que basta con analizar la situación con calma. Hace muchos años un amigo mío, antioqueño para más señas, Franciscojosé Jaramillo Sierra, así escribía su nombre, desde el mismo instante en que lo conocí en Madrid (España), me decía, la vida es corta y hay que vivirla y aceptarla como viene, porque es una sola, no tenemos copia de ella, no tenemos papel carbón para hacerlo, si la tuviéramos podríamos ensayar de nuevo y vivir otra vez.

Este caballero, mantenía una sonrisa en su rostro, siempre de buen humor y acompañado de muchos amigos.

Desafortunadamente no volví a tener contacto con él. Pienso que debe haber viajado a Panamá donde tenía una hermana, ya que la situación en Madrid, en esos años, fue complicada, muchas empresas cerraron y en la que él trabajaba no fue la excepción.

Y es que fue una época bastante dura, recuerdo haberme dedicado a la traducción simultánea, español-inglés y viceversa, viajando con los interesados, regularmente de Madrid a Londres con el consabido regreso.

Pero lo curioso es que nunca me sentí estresada por falta de trabajo, mi juventud me permitía creer que todo saldría bien, no recuerdo haberme desvelado pensando que no tenía trabajo. Siempre había algo qué hacer, en alguna parte alguien necesitaba un trabajador para cualquier cosa.

Sin embargo, escucho en este momento a gente joven quejarse por falta de oportunidades en Colombia.

Mi interrogante es si en realidad estos jóvenes están haciendo algún esfuerzo para encontrar trabajo o si ocurre como en tantos casos, que quieren llegar de gerentes y no les llama la atención los trabajos que consideran inferiores para su categoría de conocimiento.

Hace algún tiempo me di cuenta que muchos profesionales, en especial abogados, pues hubo una proliferación de estos a tal grado que en todo lugar había uno, se habían dedicado a conducir taxis. Ahora, parece que esto cambió.

Al mismo tiempo han aumentado los que limpian parabrisas de vehículos en los semáforos, los que venden cualquier tipo de dulce, y hace poco vi una fila de frutas en una vía, al final un hombre, atendiendo la venta.

O sea que Cali está cambiando su imagen comercial, hay más negocios informales ahora.

Quisiera que algún economista me aclarara esto.