La sagrada liturgia de este segundo domingo de Adviento desea aproximarnos más en nuestro corazón y en nuestra mente al sentido de nuestra Fe cristiana, en lo que debe significar para nosotros una vez más, el recuerdo de la natividad o del nacimiento de Jesucristo, quien debe ser el Señor que oriente y le de sentido a nuestras vidas. Y para ello, la Iglesia nos ayuda con las hermosas lecturas de la liturgia de este domingo. Por eso nos trae por ejemplo, una corta cita del profeta Isaías diciendo: “consuelen a mi pueblo y déjenlo aspirar a la libertad, que ya terminó su destierro y su culpa quedó cancelada… y una voz grita en el desierto: preparen el camino del Señor… que se allanen sus senderos, pues va a revelarse la gloria del Señor, y todos han de verla». Qué hermoso y qué consolador es éste pasaje que anuncia además a Juan Bautista como el precursor del Mesías, que prepara su llegada y lo anuncia como «el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo».

LECTURAS:

Is.40,1–11; Ps.85; Mc.1,1-8

 

 

Y la lectura de la carta de Pedro que también nos consuela diciendo: “El Señor no deja de cumplir su promesa, y lo que hace es tener paciencia con nosotros, pues no quiere que nadie perezca, sino que todos alcancen a convertirse a Él». Y el evangelio de este domingo, el de san Marcos que tan bellamente empieza diciendo: “Comienzo del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios…y luego en su predicación dice: Detrás de mí viene el que es más poderoso que yo (Cristo). Y de quien ni siquiera merezco desatarle la correa de su sandalia. Yo los bautizo con agua, pero El los bautizará con el fuego del Espíritu Santo”. Así pues, hermanos en la Fe de Cristo, regocijémonos con estos textos de la Escritura, y repasémoslos en oración y en meditación para que nos ayuden a preparar nuestras mentes y nuestros corazones para el advenimiento de Jesucristo, el Señor de nuestras almas. Que así sea. ¡Amén!