LECTURAS: Jer.20,10-13; Ps.68; Rom.5,12-15; Mt.10,26-33

La sagrada liturgia de este domingo nos trae importantes lecturas bíblicas que deben ayudarnos a orientar nuestras vidas cimentada en los valores humanos y cristianos para un mejor vivir. Y así, por ejemplo, el profeta Jeremías nos dice que confiemos en que «El Señor omnipotente discierne lo justo y conoce la intimidad del corazón, yo he de ver cómo me haces justicia, pues a ti encomendé mi causa». Y el salmo del día, no es menos consolador, pues dice: “Señor, ¿quién como tú que defiendes al débil, del poderoso?… que me escuche tu gran bondad y tu fidelidad me ayude”. Y san Pablo en la segunda lectura de hoy nos recuerda bellamente que «si por el pecado de un solo hombre -Adán- entró la muerte al mundo, por obra de ese otro hombre único, Jesucristo, la gracia y la bondad de Dios se han desbordado sobre nosotros».

Qué bella y preciosa es nuestra fe cristiana, que en vez de llevarnos al pesimismo por nuestra miseria espiritual ante Dios, nos llena de fe y esperanza confiados en su amor de Padre misericordioso. Y el santo evangelio de nuestro Señor Jesucristo en su texto de este domingo, también nos enseña a confiar inmensamente en la providencia de Dios-Padre que sí tiene -por decirlo así- sumo cuidado por las todas las criaturas de su creación, «que si hasta los pajarillos del cielo que ni siembran ni hilan, el Padre celestial los alimenta, -por qué desconfiamos- ¿si nosotros valemos más que ellos?». Y por último en la meditación de este domingo, tengamos también presente lo que nos dice Jesús, “si uno se declara a favor mío delante de los hombres, Yo también me declararé a favor suyo delante de mi Padre». Roguemos pues a Jesús nuestro divino Salvador que nos de mucha fe y valor para que su causa, sea la nuestra. Que así sea. ¡Amén!