Noviembre 9 del 2019

Menores en conflicto

En el mes de julio de este año, me sorprendió una de tantas noticias referida a un menor de 16 años, quien junto con otro grupo de jóvenes lanzaban piedras, e iban armados con palos y machetes, contra los militares que realizaban un puesto de control en el departamento de Santander, al mismo tiempo que instaban a los soldados para que los mataran.

De los menores que murieron en el bombardeo ocurrido en san Vicente del Caguán se dice que sus edades oscilan entre 15 y 17 años, aunque citan a una niña con 12 años de edad, sin embargo, no recuerdan que de acuerdo a las estadísticas del observatorio de memoria y conflicto señaló que la guerra nos dejó 80.514 desaparecidos y de esa suma todavía se ignora el paradero de 70.587, 37.094 víctimas de secuestro, 15.687 de violencia sexual y reclutados 17.804 menores.

Y estas cifras tienen que ver con todas las modalidades de violencia, ataques a poblados, asesinatos, masacres, atentados terroristas, desapariciones forzadas, violencia sexual, utilización de niños, niñas y adolescentes.

Sin embargo, en este momento, hay una reacción por la muerte de menores y cuando ocurrieron tantas muertes, no hubo reacción alguna, ¿se consideró entonces que eran consecuencia de los enfrentamientos guerrilla, paramilitares y estado?

¿Qué hace usted si un menor le empieza a disparar con un arma de fuego? ¿Analiza y considera que es un(a) menor y que por ende va a ser juzgado y condenado si se defiende?

Y es que los menores están involucrados no solo en casos de guerrilla, la delincuencia es otro factor que no puede ignorarse, recuerdo que leí en las noticias que tan solo en Bogotá los delitos de mayor auge entre menores de 14 y hasta 17 años son: el hurto, lesiones personales y tráfico de estupefacientes, e incluso que en 2018 hubo 1986 hurtos, 1804 lesiones personales y 620 casos de conductas de transporte de drogas estupefacientes por parte de menores.

Pero no me quiero alejar del tema. Los niños reclutados son maleables, creo que esa es una de las razones por las cuales son escogidos por los grupos de delincuencia armada, se entusiasman con tener un arma en las manos y se sienten algunos, muy “machitos” porque pueden disparar a las personas.

En una entrevista que leí en la revista Bocas, por Mauricio Silva Guzmán, habló de un niño guerrillero, a los 7 años ya le habían puesto una pistola 9 milímetros en sus manos. Cuando cumplió 12 años lo alistaron en las filas de las FARC, tuvo su primer fusil y tras estar en guardia por un año lo consideraron listo para la guerra.

A pesar de su corta edad se enamoró de una niña de más edad y al manifestar su situación a sus superiores los castigó, además porque a aquel le interesaba la joven. Al esta reclamarle por sus abusos la mandó como cabeza del pelotón y al enfrentarse con el ejército cayó en combate.

Y este es uno de los pocos pasos en que un exguerrillero menor logra huir y ser rescatado para ser un hombre de bien.

Pero es fácil ver que durante el tiempo que perteneció al grupo armado, actuó como tal, atacó obedeciendo las órdenes que recibía y recibió ayuda del ejército al que combatía.

Cómo se puede combatir la guerrilla, si se necesita que informen cuántos menores tienen reclutados. Es una verdadera estupidez creer que cualquiera de estos grupos va a mandar un informe al ejército con los datos de su grupo.

No comparto la muerte de menores, pero tampoco la de adultos y a lo largo de estos años de guerra, son muchos los seres humanos que han perdido la vida aún sin haber participado en alguno de los dos bandos. Y a ellos sólo los recuerdan los deudos.