

LECTURAS: Sab.6,12-16; S.78;1Tes.4,13-18; Mt.25,1-13
La sagrada liturgia de este domingo nos trae bellas lecturas que deben ayudarnos a seguir en el camino del encuentro con Cristo, que es la razón de ser de la liturgia cristiana. Y por ello la Iglesia nos trae hoy, del evangelio de san Mateo, la parábola de las vírgenes sabias, y de las necias. O sea, de aquellas damas que debían acompañar la llegada del esposo al encuentro con su amada. Pero el dilema era que no se tenía certeza de la hora de la llegada, y por eso ellas debían estar en vela y preparadas para ese momento. Pero resulta que las necias no estaban suficientemente preparadas, puesto que se habían olvidado de llevar suficiente aceite para sus lámparas. Y sucede que el esposo apenas va llegando a eso de la media noche. Entonces una voz grita: ya llega el esposo, salgan a recibirlo con sus lámparas encendidas. Lo cual ciertamente hacen las damas o vírgenes sabias, pero las necias no, y apenas se van a comprar el aceite, por lo cual llegan tarde al recinto de la fiesta. Ellas tocan a la puerta para que les abran, pero el dueño de la fiesta sale a la puerta, y les dice: les aseguro que no os conozco, y no las deja entrar. Y ¿cómo termina Jesús ésta parábola? Pues diciendo: «permanezcan en vela, porque no sabéis ni el día ni la hora». Y entonces, ¿qué aplicación sacaríamos de ella? Pues digamos que Jesús desea, ponernos en guardia en nuestras vidas, porque a veces vivimos de manera un poco disipada, y además, la verdad es que poco queremos acordarnos de que también hay un final. Y como aquellas vírgenes necias, también procuramos disiparnos y entretenernos, con tal cantidad de cosas, para no acordarnos de que también hay un final del partido. Roguemos pues a Jesús, que nos ayude a asumir nuestras vidas con responsabilidad, y que no nos pase como a las necias de la parábola, que se quedaron dormidas a la hora de la llegada del Señor, y podamos entrar con El, a su reino celestial. Que así sea. ¡Amén!
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