LECTURAS: 1 Rey.19,9-18; Ps.85; Rom.10,5-15; Mt.14,22-33

La sagrada liturgia de este domingo nos trae bellas lecturas que deben ayudarnos a seguir acrecentando nuestra fe en Jesucristo, “razón de nuestra fe». Y para ello la Iglesia nos presenta hoy un pasaje en la vida del profeta Elías, en el que vemos que el profeta debe ir pasando de actitudes azarosas, hacia una mayor confianza en la presencia del Dios que no se presenta en medio del fuego y huracanes, sino en la calma de una suave brisa, y una oración confiada. Y luego en el texto de la carta citada hoy, san Pablo nos dice bellamente que «si confesamos que Jesús es el Señor, y creemos que Dios lo resucitó de entre los muertos… seremos salvos… pues con la boca se confiesa la fe para la salvación, y todo el que en El cree, será salvo». Y el evangelio de hoy nos habla de que Jesús después del milagro de la multiplicación de los panes, desea estar un poco solo para orar, y por ello dice a los apóstoles que se adelanten a la otra orilla mientras él sube al monte a orar. Entonces anochece, y el viento que les es contrario, parece hacer zozobrar la barca. Y dice el evangelio que hacia la madrugada se les presenta Jesús caminando sobre las aguas. Ellos se asustan, y creen ver un fantasma, y del miedo gritan. Pero Jesús los calma diciéndoles. “calma, soy Yo, no tengan miedo”.

Mas Pedro dice, si eres tú Señor, mándame ir hacia tí sobre las aguas. Jesús le dice, ven. Pedro se baja de la barca, y camina hacia Él, pero al sentir la violencia del viento, siente miedo y empieza a hundirse. Entonces grita, Señor, sálvame. Jesús le extiende su mano y lo sostiene, pero le recrimina: ¿por qué dudaste? Entonces se calma el viento, y los discípulos hacen de nuevo un acto de fe en Jesús, diciendo: «verdaderamente eres el Hijo de Dios». Pues bien. ¿Qué enseñanza debe dejarnos este pasaje del evangelio de hoy? Pues creo que: 1o. qué débil se ve la fe de los discípulos creyendo ver un fantasma. 2o. y especialmente la de Pedro, al dudar y creer que se hundía. 3o. el reclamo de Jesús a Pedro: ¿por qué has dudado? y 4o. creo también que ese reclamo de Jesús también es para nosotros, sus discípulos de todos los tiempos, porque aún muchas veces la eficacia de nuestra fe en Dios, en El, es floja. Por ello Jesús también puede decirnos como a Pedro: ¿por qué dudan, hombres y mujeres de poca fe? Roguemos pues al Cristo que salva de tempestades, que también se compadezca de nosotros, la humanidad de hoy que estamos inmersos en el horror y el temor de la pandemia que nos amenaza a todos. Roguémosle que afiance nuestra fe en El, y digamos como Pedro: Sálvanos, Señor. ¡Amén!