Su nombre oficial fue República Esperantista de la Isla de las Rosas, y aunque se la llame isla, es una plataforma artificial de 400 metros cuadrados, sobre el mar Adriático, a 11.612 metros de la costa, entre Rímini y Bellaria-Igea Marina y 500 metros fuera de las aguas territoriales italianas. El ingeniero Giorgio Rosa la planificó y construyó en un período de 10 años, entre 1958 y 1967, la autoproclamó estado independiente, con idioma oficial el esperanto, con gobierno y moneda, también sello postal y ¿qué buscaba el ingeniero con esta micronación? Aparentemente su sueño era un lugar totalmente libre, sin embargo, él se proclamó presidente, creando su propio gabinete.
55 días después de la declaración de independencia de la isla, los italianos mandaron fuerzas militares a la misma y tomaron control total, la destruyeron utilizando dinamita en febrero de 1969, y ya después una tormenta acabó con lo que quedaba de la estructura.
Les dejo una fotografía de cuando estaba en construcción.

Durante la época de la violencia en Antioquia y Caldas, mis padres debieron buscar refugio en el Valle del Cauca y fue así como llegamos a Puerto Tejada (Cauca), un pueblo donde fuimos acogidos, así que la palabra legal es que fuimos “desplazados” y logramos sobrevivir lejos de nuestra tierra de nacimiento.
Creo que fue a raíz de la lucha por sacar adelante a una familia por parte de mis padres lo que me llevó a soñar, como el ingeniero Rosa, yo quería crear una ciudad en donde todos tuviéramos un hogar al cual llegar, no faltaría la comida, el agua, la diversión, pero sobre todo la paz, el respeto entre el grupo que llegara a vivir allí, y yo sólo contaba con 4 años cuando este sueño empezó a crecer en mi cerebro. A medida que pasaron los años me di cuenta de que era un sueño imposible, desde la escuela en donde empecé a estudiar, sentí las diferencias sociales, el maltrato hacia algunos, el racismo en forma inversa, en vez de ser blancos contra negros, que era lo más común, nosotros éramos los que sentíamos el rechazo de algunos profesores, ya que los niños ni siquiera entendíamos esa diferencia.
Me pasé la vida buscando ese “lugar especial” en donde vivir en esa forma ideal, hasta que un día, mientras mi mente volaba y construía esa ciudad de mis sueños, me di cuenta que allí estaba, ya la había creado en mi imaginación, en el único lugar donde no podía ser destruida y a donde podría llegar en el momento que quisiera, había realizado un proceso creativo y con la información que percibieron mis sentidos pude representar esa ciudad tal y como la había soñado.
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