LECTURAS: Is.11,1-10; Ps.72; Rom.15, 4-9; Mt.3, 1-12

 «Está cerca el reinado de Jesucristo».

La liturgia de este segundo domingo de adviento nos trae bellas lecturas bíblicas que nos ayudan a seguir profundizando en el precioso misterio del Emmanuel, que significa el Dios con nosotros. Sí, ese Dios que -por decirlo así- ha dejado su trono celestial como segunda persona de la Santa Trinidad -misterio de fe- para conformarse como uno de nosotros tomando forma humana en las purísimas entrañas de María, la mujer selecta y escogida por el mismo Dios, para que fuese la madre de su Hijo Jesús en cuanto a su humanidad. Como tan bellamente nos lo dice hoy la lectura del profeta Isaías: «De ella brotará un renuevo del tronco de Jesé, y sobre él se posará el espíritu de sabiduría, de prudencia y valentía, de conocimiento y temor del Señor. No juzgará por apariencias y hará justicia a los débiles y defenderá el derecho de los pobres». Que es como decir la semblanza divino-humana que de Jesús nos adelanta el profeta. Y luego también san Pablo nos completa esta hermosa descripción diciéndonos que «mantengamos firme la esperanza en el Dios que nos da paciencia, y nos conceda tener los sentimientos en armonía con los de Cristo Jesús, para que todos en unanimidad demos gloria a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo».

Y así también llegamos al episodio del evangelio de hoy que nos trae la figura de Juan el Bautista, quien desde el desierto nos llama a «volver a Dios, porque ya llega su reinado». Y era tal la acogida, que desde Jerusalén y toda Judea, acudían a él, para confesar sus pecados y ser bautizados en el río Jordán. Y a todos decía que mostrasen obras de conversión, porque «yo los bautizo con agua, pero el que viene detrás de mí -Jesús- es más poderoso que yo, y El los bautizará con el fuego del Espíritu santo.” Roguemos pues al divino infante que está por nacer en Belén de Judá, que también nazca de nuevo en nuestros corazones, y nos ayude a seguir en el camino de la conversión, porque muchas veces hemos fallado. Que así sea. ¡Amén! 

Rvdo. Silvio Gil Restrepo
Autor del artículo