Rvdo. Silvio Gil Restrepo
LECTURAS: 1 Rey.19,15-21; Ps.16; Gal.5,1.13-25; Lc.9,51-62
El seguimiento de Jesús.
La sagrada liturgia de este domingo nos trae bellas lecturas bíblicas que deben ayudarnos en la comprensión de la vocación cristiana, o del seguimiento de Jesús. Pues sí, porque eso de la vocación cristiana es nada más y nada menos que ir en pos del ejemplo de vida que el mismo Jesús nos dio. Y ¿cuál fue pues su ejemplo de vida? Toda una vida de acatamiento a la voluntad del Padre, de desprendimiento, de enseñanza y vivencia del amor a Dios y a los hermanos. Una vida que enseñó no solamente con la sabiduría de sus palabras, su evangelio, sino también con el constante accionar de su infinita caridad, o su infinito amor y misericordia por los pecadores y los más desposeídos de este mundo. A tal punto, que sus enemigos los fariseos decían: «este anda con publicanos y pecadores, y come con ellos». Digamos pues que el seguimiento de Jesús para los cristianos ciertamente supone una buena dosis de desprendimiento de las cosas de este mundo, lo que sin embargo significa una mayor libertad frente a esas mismas cosas. O como lo dice hoy tan bellamente san Pablo en su carta: «nosotros gozamos de la libertad que nos dio Cristo, y por tanto, mantengámonos firmes en esa condición, sin dejarnos poner de nuevo el yugo de la esclavitud… pues si nos dejamos conducir por el Espíritu, ya no estaremos bajo el dominio de la Ley». «La ley mata, pero el Espíritu vivifica». Como buenos cristianos, hermanos en la fe, dejémonos conducir por el mismo Jesús que constantemente en su evangelio nos da ejemplos de vida y de virtud, de sabiduría y de un sano desprendimiento de tantas cosas que a veces en vez de ayudarnos, nos esclavizan. O como dice el sabio adagio: «ligeros de equipaje». Que así sea. ¡Amén!
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