LECTURAS: 1 Rey.3,5-12; Ps.128(119); Rom.8,26-39; Mt.13,31-33.44-52

La sagrada liturgia de este domingo trae bellas lecturas bíblicas que deben ayudarnos a seguir madurando en las cosas del Reino de Dios en Cristo. Y así la primera lectura nos recuerda al rey Salomón implorando a Dios sabiduría y grandeza de corazón para gobernar a su pueblo. Cosa que también debemos implorar nosotros para tener buenas relaciones humanas. Y en la segunda lectura, san Pablo nos dice algo muy bello y consolador: “sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que le aman, conforme a su designio… y nos predestinó a reproducir en nosotros los rasgos de su Hijo». Qué responsabilidad tan grande la que como cristianos tenemos, nada menos que reproducir en nosotros y en nuestras relaciones al mismo Jesús. Y el evangelio de este domingo nos recuerda otra parábola de Jesús. La muy conocida de aquel que encuentra una piedra preciosa y muy fina, de tal modo que vende lo que tiene para poder comprarla. E igual o parecido, la de los pescadores que al lanzar la red, la sacan repleta de pescado, pero tienen que sentarse a escoger el bueno, y desechar el malo. Y enseguida Jesús dice que así será al final de los tiempos, pues sus ángeles separarán a los buenos de los malos. Pues así es el reino de los cielos que presenta Jesús, y es como un tesoro escondido, que hay que buscar, y que hay que ganarlo con esfuerzo, con la práctica de las virtudes humanas y cristianas, mas contando siempre con la gracia y la misericordia de Dios, pues nada podemos por nosotros mismos. De modo hermanos, que con la ayuda del mismo Jesús podremos ir encontrando por los caminos de la vida, las fortalezas de las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad, que nos ayudarán a seguir en esa búsqueda de la piedra preciosa que es la misma divina-humana persona de Jesús, que desea ser encontrado por nosotros, para así enriquecer nuestras vidas con la sabiduría y santidad de su ser, y así llevarnos finalmente a la posesión de su reino celestial. Que así sea. ¡Amén!