LECTURAS: Ef.2,4-10; Ps.136; Jn.3,14-21
Son muy hermosas las lecturas bíblicas de este domingo cuarto de cuaresma, pues nos describen el misterioso amor de Dios por la humanidad, haciendo casi que -por decirlo así- caso omiso de la ingratitud de esa misma humanidad. Como se ve, por ejemplo, desde el mismo antiguo testamento, las muchas infidelidades del antiguo pueblo hebreo, no obstante haber sido sujeto de tantas bondades liberadoras a lo largo de su caminar por el desierto hacia la tierra prometida. Por ello nos parece tan bella ésta palabra de san Pablo en su carta a los Efesios, donde nos dice que «Dios, rico en misericordia, por su inmenso amor a pesar de nuestros pecados, nos dio una nueva vida en Cristo, resucitándonos con El, pues su gracia nos ha salvado mediante la Fe….somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras…». Y luego el evangelio de san Juan nos corrobora tanta bondad diciéndonos que «Dios envió a su Hijo al mundo, no para condenarlo,
sino para que todo aquel que en el crea, tenga la vida eterna». Así pues, hermanos en la fe, es -por decirlo así- sobrecogedor el misterio del amor de Dios por la humanidad, que no obstante nuestra ingratitud, y nuestra miseria espiritual en su presencia, acude a nuestro rescate nada menos que con el sacrificio de su Hijo Jesucristo en la cruz. Mysterium fidei: es el misterio de nuestra fe que los cristianos de todo el mundo nos preparamos para celebrar de nuevo en la semana mayor o semana santa. Roguemos pues a Cristo Jesús que nos ayude a corresponder a su infinito amor y misericordia. Que así sea. ¡Amén!
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