Rvdo. Silvio Gil Restrepo
LECTURAS: Eclo.15,15-20; Ps.118; 1 Cor.2,6-10; Mt.5,17-37
La sagrada liturgia de este domingo nos trae bellas lecturas bíblicas que deben ayudarnos a seguir madurando en nuestro proceso de espiritualidad cristiana para ser cada vez mejores seres humanos, mejores personas, y por tanto también mejores cristianos, o discípulos de Cristo. Y por ello nos encontramos este domingo con unas preciosas lecturas con el tema de una ley que debe pasar de ser un mero cumplimiento exterior, a ser en realidad más que ley, el supremo mandato del amor a Dios y a los hermanos, esto es, el mandamiento del Amor o de la Caridad cristiana que pregona Jesús en su evangelio: «Un mandamiento nuevo os doy, y es que os améis unos a otros, como Yo os he amado».
De tal modo que según el pensamiento de Jesús en su doctrina o en su evangelio no basta con el cumplimiento exterior de las leyes que ciertamente deben servir para organizar la vida social de las comunidades, sino que éstas deben proceder, por decirlo así, del yo interior, del corazón. Esto es, que para el Humanismo cristiano también existe un imperativo categórico, y éste es el de Jesús: «ama a tu prójimo, como te amas a ti mismo», y en ello se resumen la Ley y los profetas. De modo pues hermanos en la fe de Cristo que podemos decir que el mandato supremo de Jesús, que es el mandato del amor, supera la exterioridad de la ley, o el simple cumplimiento del deber por el deber, porque toca el yo interior del ser humano, su corazón, que le habla de que hay que ser auténtico, y no de meras palabras exteriores. Por ello roguemos pues al mismo Jesús que nos ayude a ser mucho más auténticos en nuestras relaciones humanas de familia, de amor y de amistad. Que entendamos que no bastan las apariencias, sino que hagamos el esfuerzo de un amor de verdad. Que así sea. ¡Amén!
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