Ahora que celebran el día de las brujitas, los disfraces que están de moda son bien diferentes a los que yo recuerdo.
Mi hijo, en aquel entonces se disfrazó de “basurito”, un primito suyo de ratoncito, una vecinita de hadita, y así sucesivamente. Posteriormente se llegó la época de los superhéroes, supermán, el hombre araña, la mujer maravilla. Pero ahora, solo veo zombies, vampiros, murciélagos, piratas. No quiero pensar en lo que irá a ser en el futuro, sinceramente no puedo adivinar en qué se disfrazaran.
El origen de “trick or treat”, tiene raíces antiguas, se cree que se originó en la edad media. Se supone que los pobres se dirigían a las casas de los ricos pidiendo comida a cambio de rezar por los difuntos. Al evolucionar empezaron a usar disfraces, sobre todo en Escocia e Irlanda, pero ya pidiendo golosinas.
Ya por allá en el siglo XIX, al llegar esta tradición a los Estados Unidos se volvió popular la famosa frase de “trick or treat”, es decir quien no aportara su ración de dulces recibía a cambio un susto, pero regularmente no faltaron los caramelos.
Sin embargo, con la evolución también llegó el peligro con gente perversa que empezó a hacer daño a los niños, cambiando el contenido de los bombones por droga o veneno. Lo último que escuché es que venden una bolsa con diferentes dulces y al abrirla estalla. Ya hubo una víctima y por supuesto la advertencia a través de las redes para que no caigan en este “truco”.
No soy amiga de los disfraces, pero veo que hay mucha gente que gusta y lo disfruta. Lo planean y programan con antelación, colocan adornos alusivos a calabazas.
Ahora las calabazas se remontan a la leyenda de un hombre conocido como Jack, quien había hecho un pacto con el diablo y le salió mal y en consecuencia fue condenado a rondar iluminando con un trozo de carbón incandescente dentro de un nabo tallado con agujeros, hizo lo mismo con una calabaza después de llegar a América.
Así que los disfraces, las calabazas y los caramelos inundaron las calles este final de octubre.
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