Nos encontramos ya en el sexto domingo de pascua, y la liturgia nos trae bellas lecturas que deben servirnos para seguir madurando, como Cristianos, en nuestro por amor por
Cristo. Por ello en la primera carta de san Juan nos dice: «Amémonos unos a otros, porque el amor procede de Dios… y el que no ama, no sabe quién es Dios porque Dios es amor… que se manifestó enviándonos a su Hijo, para que recibamos vida por medio de Él, como víctima propiciatoria por nuestros pecados». Hermoso texto de san Juan que nos revela el misterioso amor de Dios-Padre por nosotros, y que por ello nos envía a su amado Hijo Jesús para que sea nuestra guía espiritual , ya que nos rescató del dominio del demonio, dando su vida por nuestra salvación.
Y en el evangelio de este domingo, Jesús nos dice bellamente que:» como mi Padre me ha amado, los he amado Yo… por tanto este es mi mandamiento, ámense unos a otros como Yo los he amado… y ya no los llamo siervos, sino amigos… porque no me escogieron a Mí, sino que Yo los escogí a ustedes para que vayan y den fruto…y lo que pidan al Padre en mi nombre, El lo concederá…y esto es lo que les mando: ámense como Yo los he amado». Pues ¿qué decir frente a éste testimonio de Jesús?… Pues simplemente entender que su ley es la ley del amor y de la fraternidad universal, y que, como sus discípulos, nuestro deber es acatarla y hacer el esfuerzo de vivirla tal como la enseñó y la vivió, dándonos ejemplo de vida y de virtud. El mandato
de la caridad o del amor universal por todas las criaturas, es pues el mandato supremo de Jesús, y por tanto es nuestro deber como buenos Cristianos, esforzarnos por vivirlo y ponerlo en la praxis de unas muy buenas relaciones humanas, que nos lleven cada vez más a una verdadera fraternidad universal. Y roguémosle que nos ayude a salir de nuestro ego, para poder encontrarnos con los otros, entendiendo que todos debemos ser hermanos: como hijos del Padre Celestial. Que así sea. ¡Amén!
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