Desde hace muchos años se adjudica a la mujer el ser “chismosa”, de inventar cosas contra otras mujeres y en fin hacer de cualquier animadversión con un vecino, sea cual fuere su sexo materia de criticas e invenciones, que si bien no parecían graves, causaban efectos adversos contra esa persona, pero ahora con motivo de las próximas elecciones, los hombres, los participantes en esta contienda, dicen y presentan situaciones a través de cualquier medio de comunicación, contra sus congéneres en un afán por obtener más seguidores.

Y me refiero a los hombres, porque son pocas mujeres las que están interviniendo en procura de la presidencia de la República. En las elecciones de este año 2022, es cuando más se ha observado esta actitud y no se diga ahora que las redes sociales gozan de libertad para burlarse de manera física, con sus memes, de cualquier personaje o en general de alguien que no es de sus entretelas.

Confieso que me he retirado de los chats, sobre todo los ofensivos, la burla acerca de cualquier detalle físico se convierte en materia de exhibición con frases de mal tono, me hacen retirar de las redes.

Anteriormente eran los caricaturistas quienes manejaban ese monopolio, pero ahora es tan amplio el paisaje, que incluso los niños manejan sus tabletas y celulares para pelearse con sus compañeritos de estudios y hacer el conocido “matoneo” a través de las redes.

El filósofo griego, Diógenes, consideró al chismoso el más dañino de los animales ya que sus semillas provocan violencia, y le doy la razón, ya que con la actual tecnología y medios de comunicación se convirtió en un arma social sumamente peligrosa. El chisme acaba con la dignidad de las personas, deprime a quien es víctima de tales ataques. Incluso algunos siquiatras consideran que pueden conducir al suicidio como consecuencia de habladurías.

Envenena los ambientes e inyecta veneno, intoxicando a quienes ya tienen en su cerebro inclinaciones violentas.

Creo que este es aceptado, sobre todo en las redes, por la falta de madurez de quienes apoyan este tipo de críticas.

Aunque de acuerdo al antropólogo británico Robin Dunvar, el chisme produce endorfinas en el cerebro que favorecen el bienestar de las personas y el psicólogo norteamericano Ralph Rosnow, señala que ayuda a que las personas establezcan enlaces sociales, también hay que verlo como una herramienta de poder, influyentes en la opinión, ayudando a manejar las masas.

Hay personas que han tenido que huir, literalmente, del país, en razón a la publicidad negativa que alguien hizo a través de las redes, convirtiéndolo en alguien peligroso.

Así que el título que antiguamente era adjudicado a las mujeres, como “chismosas”, se ha ampliado a hombres, niños y jóvenes de todos los sexos y edades.