Enero 14 del 2020

Hay un dicho: “Los chismes como el dinero, son para contarlos”. Y la verdad eso aplica para muchas ocasiones de la vida real.

Sin ir muy lejos, cuántas veces ocurre un hurto, cerca o lejos de su casa, apartamento, oficina o una vía pública. Llega la policía y los curiosos rodean el lugar. Apenas preguntan para averiguar qué pasó y todo “metido” que se encuentra allí “saca la maleta” y por supuesto, nadie vio nada. Ni siquiera escucharon ruido de disparos, algunos se atreven a decir que escucharon un ruido “como de la televisión”, incluso el vigilante de cuadra no duda en argumentar que él acababa de recibir turno, o que había pasado su ronda y todo estaba normal. Son muchas las excusas que la gente se inventa para no verse comprometidos en una investigación judicial.

Ahora bien, de otro lado, ponga una situación diferente, por ejemplo, que uno de los ocupantes del edificio, casado o soltero, de cualquier sexo, llega acompañado, con tragos, pero sin embargo con gran discreción entra en su casa y del mismo modo en la mañana despacha a su pareja, silenciosamente y vigilando que nadie vea de quién se trata. El primero que llega es el vigilante, ese vigilante que nunca está cuando lo necesitamos, mira a la víctima que sale para su trabajo y con un guiño le pregunta: “¿cómo le fue anoche? Bonita la hembrita. El hombre no atina a darle una respuesta, pero sigue su rumbo. Si por el contrario es una dama la que tuvo el desliz o la aventura, éste la mira un tanto insinuante, la mira de arriba abajo y no deja de hacer un gesto a cualquier transeúnte que pase cerca.

En cuanto a los demás ocupantes del vecindario, muy seguramente ya han tenido su reunión en la panadería de la esquina, donde ya han hecho un completo análisis de los hechos, incluido el comentario de la matrona que se conoce la vida de todos los residentes de la cuadra y quien sin lugar a dudas tan pronto como se levantó pasó la información a la administración del edificio y por supuesto a sus más cercanos conocidos. Y es que dentro del reporte que circula por el vecindario, se conoce, no solo la hora en qué llegó le personaje, su estado físico, si tenía o no corrido el rímel, si era blanco, negro, azul, amarillo etc. la marca de la ropa interior, y hasta el lunar que tenía detrás de la oreja izquierda.

También sucede que al cabo de varios días, semanas, meses, después de los hechos citados en el primer caso, esos mismos testigos que desconocían cualquier detalle del delito que allí se cometió, empiezan a hablar como verdaderos funcionarios del NCIS, indicando sus sospechas desde antes de que el o los sujetos ingresaran al lugar a robar, que estuvo escondido tras su ventana y pudo ver como con ayuda de otros entraban por la ventana, que sabía que los ocupantes no estaban porque los vio salir temprano en la mañana, así que los ladrones tenían vía libre en su labor, vieron un vehículo marca Renault, azul oscuro con vidrios polarizados donde los esperaba una mujer. Y para más inri, dicen que a esa dama la vieron acompañada del administrador del edificio, y lo único que les faltó fue dar los nombres de los delincuentes.

Y ¿por qué no informaron estos datos el día que fueron interrogados? Obvio, porque luego lo llaman a uno a los juzgados a declarar y se gana uno enemigos. Puede más el miedo, la desidia, que la solidaridad y el deseo de vivir en un mundo mejor.