En la actualidad celebrar el cumpleaños se ha convertido en un hecho realmente significativo para algunas personas. Aunque también hay personas que prefieren se ignore esa fecha, como mi hermano, se negaba a pasar al teléfono el día de su onomástico, ese día me pedía que solo lo comunicara con una amiga suya a quien apreciaba muchísimo. Sin embargo, los amigos se encargaban de celebrarle el resto de la semana su cumpleaños. Al día siguiente aparecían en su oficina con una botella, una torta o una invitación, así que sus esfuerzos por ignorar ese día se veían siempre frustrados.

Según los historiadores, hace aproximadamente tres mil años antes de Cristo, estas celebraciones anuales se iniciaron en el antiguo Egipto. La diferencia con la actual celebración, es que los egipcios celebraban con todo el reino, ya que regularmente era el año de festejo del faraón de turno. A la vez que utilizaban el festejo como una forma de alejar los malos espíritus que llegaban e intentaban arrancarle el alma al soberano.

Posteriormente se le fue agregando un valor astrológico, como en el caso de Babilonia y la antigua Grecia, quienes celebraban preparando una tarta con base de cereales, harina y miel, imitaban en su forma la silueta de la luna, y aunque colocaban cirios, no los apagaban, sino que permitían que estos se consumieran por completo, entre más tiempo durara la llama encendida, preconizaban más bienestar y prosperidad.

Poco a poco, en Roma se celebró el nacimiento de los emperadores, luego el de los senadores, cónsules y todo aquel que tuviera una posición de poder.

Con la llegada del cristianismo y considerando estas tradiciones como paganas, fueron eliminadas y sólo conmemoraban la fecha de muerte de Jesús, los apóstoles, mártires y santos.

Por allá en el siglo IV, Roma con la ayuda del emperador Constantino el grande, inició la tradición de festejar el nacimiento de Cristo, antes era el 6 de enero unida con la llegada de los reyes magos, pero posteriormente separaron las celebraciones y se cambió al 25 de diciembre.

Y como todo cambia con el tiempo, en Europa el festejo del cumpleaños siguió, en Alemania se cambió la costumbre de los cirios, en vez de colocarlos alrededor de la tarta, iban sobre la torta, poco antes de que tocara el pastel los apagaban.

Así, poco a poco según las costumbres fueron cambiando la forma de festejar, se adicionaron las piñatas, jalón de orejas para el cumpleañero, harina y huevo en la cabeza del festejado y así sucesivamente. Algunos colocan un anillo o la alianza del matrimonio en alguna de las velitas y al soplar piden un deseo.

Un personaje, cuyo nombre no recuerdo en este momento, respondía al ser interpelado por su edad indicando los años que consideraba le restaban por vivir, así si en esa fecha contaba con 70 años de edad, deducía que podía vivir unos 15 años más, así que esa edad citaba.

De otro lado, un amigo mío que hace poco hizo la pascua, nunca quiso revelar su edad, incluso se negaba a mostrar su cédula cuando lo requerían en cualquier diligencia, pero por ironías de la vida, en la cajita donde reposan sus cenizas y la lápida que cubrirá la misma, aparece en grandes letras la fecha de su nacimiento y la edad.