Mi padre tenía un enorme baúl donde guardaba, en su mayoría, revistas, sobre todo de “Selecciones” y “Mecánica popular”, también, en ese baúl encontré los poemas escritos por mi abuelo paterno. El recordar este baúl he pensado en los muchos recuerdos que tenemos en ese otro baúl que existe en nuestro cerebro.

Un sacerdote muy divertido, decía que las mujeres tenemos una cantidad de enredos en la cabeza en donde vamos acumulando sentimientos, resentimientos, odios, amores, tristezas y en fin un cúmulo de cosas que a veces nos agobia, pero que explicaban nuestra buena memoria para hacer reproches a nuestros contemporáneos.

Al contrario, al referirse a los hombres decía que tenían un número variado de cajitas con deportes, negocios y otros, pero además tienen una cajita de nada, vacía. Y así cuando les preguntan que qué hacen, simplemente dicen: “nada”.

Volviendo a los recuerdos, desde que nacemos empieza a llenarse ese baúl de recuerdos. Cuántas cosas suceden en un hogar y en definitiva en la vida. Yo personalmente, recuerdo cosas que me sucedieron cuando tenía tres años, hasta los raspones que sufrí por correr en la calle. Por ejemplo, no olvido que en la casa que vivíamos en Cali, en el barrio Granada, un vecino me prestó su triciclo, el manubrio que era una cubierta hueca, lastimó mis rodillas cuando pedaleaba y sangré y en esa época apenas iba a cumplir tres años. También recuerdo que me dejaron en casa con una pareja mayor (los padrinos de bautismo de mi padre), pero ellos no me pusieron mucho cuidado y en un descuido, entré al baño y con unas tijeras me corté el pelo, toda la parte de encima de la cabeza. Así que mi madre tuvo que adaptarme un flequillo forzado para disimular la trasquilada.

Pero lo mejor de ese baúl es traer al presente las cosas buenas y alegres que vivimos, esculcando hasta el fondo podemos encontrar los ratos que disfrutamos con amigos, familia e incluso en nuestros momentos de soledad. Todo aquello que aprendimos, los triunfos, los fracasos, los errores que seguramente si tuviéramos la experiencia de ahora, no los habríamos cometido.

A veces se nos olvida abrir ese baúl y si lo abrimos solo miramos esas ultimas cosas que colocamos allí y que muchas veces no son precisamente las que deberíamos estar mirando.