Un juzgado de Bogotá falló una tutela de un grupo de ciudadanos, mayores de 70 años, quienes reclaman el mismo trato que a los demás ciudadanos en el marco de las medidas adoptadas para enfrentar el coronavirus, ya que estos tenían menos tiempo autorizado para estar por fuera de sus casas, que incluso los animales, en este caso, las mascotas.

Lo primero que se me vino a la cabeza fue pensar que si los mayores tenemos que salir a hacer nuestras necesidades corporales fuera de caso, eso si es un problema, olvida este grupo que las mascotas salen a hacer sus “asuntos”, ya que muchos vienen de hogares que son apartamentos y de ahí la necesidad de sacarlos con mayor frecuencia.

Sin embargo, este grupo ganó la tutela interpuesta y se ordenó dejar de aplicar las restricciones a los mayores de 70 años hasta que la Corte Constitucional defina su legalidad, lo cual deberá hacerse en un plazo de 15 días. Además, la orden agrega que el presidente Iván Duque y el Ministerior del Interior expidan un acto administrativo para otorgar tiempo para ejecicio físico en exteriores a los adultos mayores de 70 años, teniendo en cuenta las consideraciones de los interesados.

Todo esto, previo consenso de los accionantes, con el Instituto para el envejecimiento de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana, el Instituto Nacional de salud, la Asociación colombiana de Gerontología y Geriatría y la Asociación Colombiana de sociedades científicas.

La verdad esto me arrancó tremenda sonrisa, sobre todo cuando vi los “mayores de 70 años” entrevistados en televisión, quienes, la verdad sea dicha parecen un poquitín más mayores, incluso en algunas tomas vi señores y señoras, quienes apenas si pueden levantar sus pies para subir las aceras. Sé de un señor que se queja mucho por su confinamiento, pero quien nunca lo he visto hacer ejercicio físico, ni siquiera caminar, o mejor dicho, camina de la puerta de su casa hasta la esquina donde están sus amigos de juego de dominó, o sea que sale, da dos pasitos y se sienta toda la mañana

con otros de su misma edad y condición, vuelve a su casa a almorzar y no hace siesta, sino que sale otra vez al mismo sitio y se sienta a jugar hasta las cinco de la tarde, hora en que regresa a su casa cansado después de haber hecho tanto “ejercicio”. Hay otros que van un poquito más lejos, hasta la plaza de Caycedo para sentarse a tomar tinto en una banca.

Y no me las quiero dar de jovencita, soy mayor de 70 años y estoy confinada en mi hogar desde el mismo instante en que supe de la pandemia, o sea desde el mes de marzo, desde ese día no he salido, máximo al antejardín de mi casa y con mascarilla y tomando las precauciones necesarias para evitar que ese virus ingrese por algún lado. Pero entiendo que personas mayores que disfrutan más la calle que la casa y que cuando están confinados no tienen nada que hacer, se aburran y reclamen una salida, es lo mismo que los jubilados de la plaza de Caycedo, siempre que alguien se pensionaba en el poder judicial, escuchaba comentarios diciendo que era un nuevo miembro de la cofradía del parque, y muchas de sus esposas se desesperaban porque decían que sus maridos eran una carga muy pesada en la casa.

De otro lado, hay algo que no se puede negar, si todos los miembros de una familia salen, a excepción de los adultos mayores, y estos que salen no toman las debidas precauciones y regresan a casa con estos, y resulta que en razón a que un fulano, contagió a mengano, y mengano no se dio cuenta y trajo el virus hasta el lugar donde estaban los miembros de determinada familia, todos confiados en que ninguno tiene el virus, porque no sienten nada en ese momento, pero llegan a casa y comparten con sus adultos mayores, ¿qué creen qué pasará? Quince días después todo ese grupo llega a buscar tratamiento para el coronavirus.

Y ahora son muchas las experiencias que he escuchado de gente conocida, que han recibido amigos que estuvieron viajando y que no sé, ni entiendo, por qué razón tienen que verse físicamente si tenemos tantas formas de vernos por pantalla, celulares, tabletas, computadores etc. El último caso que escuché fue de una persona que insistió para encontrarse con su amiga porque tenía que viajar y

era la última oportunidad para encontrarse y así lo hicieron. Efectivamente fue la última oportunidad, porque contagió a la amiga y según me confirmaron, falleció por este virus.

Entonces, ¿saben qué? A la calle todos.